Julián García Candau
Caras y cruz
AHiguaín le cuesta hacerse con el papel de delantero centro titular. Tiene encima la sombra de Benzema. El sábado marcó un gol de remate extraordinario y el francés, que no es canoro cuando se trata de «La Marsellesa», cantó ante la meta del Levante y se fue al vestuario sustituido por Özil, quien dio nuevo impulso al equipo y, encima, marcó dos goles. El francés, que tiene fama de ser jugador preferido por el presidente Florentino Pérez, no acaba de satisfacer a quienes han creído en él. Higuaín ha soportado con resignación cristiana las muchas dudas que sobre él se han mantenido y las suplencias las ha digerido con dignidad. Sin chistar. Los datos acaban por darle la razón. Su predisposición, su permanente pelea le concede crédito. En Higuaín se da la circunstancia de que cuando forma parte de la selección de su país tampoco decepciona. Benzema, en Francia, se ha ganado las antipatías por el ninguneo de «La Marsellesa», y encima, su juego no convence.
Cesc y Alexis eran muy cuestionados en el Camp Nou. Frente al Mallorca unieron sus fuerzas, jugaron el uno para el otro, marcaron cinco goles entre ambos y su colaboración fue modelo de eficacia. Cesc necesitaba, en ausencia de Messi, convertirse en impulsor del ataque. Con labor similar a la que desarrollaba en el Arsenal se encontró a sí mismo. Marcó tres goles sin «hat trick». Alexis estuvo mejor que en otras ocasiones, aunque no acabó de ser «Maravilla». Junto a los aciertos tuvo sus habituales fallos, pero fueron menos.
Posdata. Mourinho recurrió a Cristiano y a Özil y Vilanova, al Barça B. Goleadas.
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