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Política

Martín Prieto

Chavismo escatológico

Chavismo escatológico larazon

Las entidades internacionales que evalúan los países no contemplan la producción per cápita de papel higiénico, y, así ha debutado en las estadísticas la Venezuela bolivariana retrotrayéndose a la prehistoria e higienizándose el antifonario con piedras u hojas frondosas. El papel de periódico siempre ha sido sustituto aunque te queden impresos los titulares en el culo, pero quedan pocos diarios independientes bajo el chavismo y limpiarse con la prensa de Nicolás Maduro constituiría lesa patria. La crisis de papel higiénico en el socialismo del siglo XXI exige sesudas reflexiones. Habiendo desabastecimiento de alimentos, ¿cómo es posible tal demanda escatológica que eleva el rollo de papel a 25 euros? No excreta quien no ingiere. Tan extraño desabastecimiento ha sido endosado a una conjura del opositor Capriles, que debe haber hecho antipatriótico acopio en su garaje para impulsar la contrarrevolución del excusado. Tampoco es descartable la sombra del imperialismo estadounidense, que cansado de comprar petróleo malo a Venezuela haya optado por la guerra sucia de infectar los esfínteres.

Aún así las cosas, es entendible la falta del codiciado papel en Somalia, Sudán o el desierto de Gobi, pero Venezuela es una selva lujuriosa donde hay más arboles que barriles de crudo y faltará cualquier cosa menos pasta de papel. El gran Maduro ha comenzado a gobernar cerrando una televisión crítica y ordenando la importación urgente de cincuenta millones de rollos para váter. Contará con el lógico estreñimiento de los desnutridos porque para treinta millones de habitantes el stock de choque no alcanza para bajarse los pantalones una semana. Los grandilocuentes planteamientos terminan en disentería intelectual y comicidad. El chavismo es una metáfora del guiñol y resulta deprimente que entre nosotros lo tomen en serio grupúsculos bulliciosos que quieren cambiar el mundo para limpiarse con una teja. Leí en la letrina de un cuartel: «En este santo lugar donde habita tanta gente, hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente».