Elecciones catalanas

Comín

La Razón
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Comín lo ha vuelto a hacer. El politólogo que ha ido mudando de partido a la busca de abrigo ha vuelto a dar la medida de su incompetencia. En una sala repleta de cámaras de televisión observaba los mensajes de Puigdemont como el proyeccionista de un cine de verano. Ni siquiera contestó la confesión de la derrota con un «Carles se fuerte». En la pantalla se interpretaba «game over» con todo lo que le cuelga. El episodio le ha dado a Ana Rosa un toque Arias Navarro a todo color con el anuncio del final del «procés». Comín dice que va a denunciar. La paradoja se hace carne cuando quien lo anuncia es su abogado, Gonzalo Boyé, condenado por colaboración con ETA, fundador de la revista Mongolia, defensor de Snowden por la filtración masiva o de Lanza de la Ciudad Muerta con policía parapléjico y acusado de matar a un hombre en Zaragoza... también estaba con los papeles de Bárcenas tirando de filtración. El ridículo adquiere tintes de irreversible patetismo. «Esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado». Por mucho que se empeñen en zurcir la unión del independentismo, ERC ha decidido romper con quienes les birlaron el triunfo electoral. Tardá desde las páginas de La Vanguardia señaló la pieza: Puigdemon; Comín ha ejercicio de matarife. Como el canal era seguro porque las comunicaciones estaban encriptadas lo mejor era enseñarlo para que lo pillen las cámaras. Ahora le toca a Torrent, como presidente del Parlamento, organizar el sepelio y celebrar un matrimonio de conveniencia con otro candidato o candidata. Si repasa la lista, que sea alguien sin cuentas con la justicia por el delito de rebelión, que les va a inhabilitar de saque y sin necesidad de sentencia por obra y gracia del 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (Firme un auto de procesamiento y decretada la prisión provisional por delito cometido por persona integrada o relacionada con bandas armadas o individuos terroristas o rebeldes, el procesado que estuviere ostentando función o cargo público quedará automáticamente suspendido en el ejercicio del mismo mientras dure la situación de prisión). El Estado de Derecho tiene elementos de defensa y están para ser utilizados. «Moncloa ha ganado», reconocía Puigdemont, y esa frase resonaba en algunos despachos de los que van por allí un día a la semana.