Toni Bolaño
Conseller en Cap, o casi
Artur Mas aprovecha las fiestas navideñas para dar forma a su Gobierno. Ya no será el gobierno de los mejores, será el gobierno de los posibles. Todo se fía a la consulta soberanista pero mientras tanto habrá que gobernar. Por un lado, mirando a Madrid, cumpliendo el objetivo de déficit y poniendo en marcha recortes e impuestos que pueden sublevar a una buena parte del electorado nacionalista. Por otro, mirando a ERC, de la que Mas se fía poco. Aún resuenan sus palabras a la salida de la investidura hablando del Gobierno «espero que sea sólido, confío en que lo sea». Poco optimistas, sin duda, estas palabras. El mundo empresarial está expectante. Sus peores presagios se han hecho realidad. La inestabilidad es mal augurio y mal compañero para el dinero. Gay de Montellà, el presidente de Fomento del Trabajo, es partidario de negociar un nuevo pacto fiscal pero poco amigo de aventuras inciertas. Así se lo ha dicho al presidente Mas. Sus palabras no han sido del agrado del mundo nacionalista, que no descarta agitar el ruido de sables en la patronal catalana, siempre inaccesible a sus intentos –el último asalto acabó en desastre y la victoria de Joan Rosell– por controlarla.
Con este panorama, el presidente mueve sus piezas para formar un ejecutivo que le permita sobrevivir a los envites –que los habrá– de Esquerra y a la difícil situación económica. Del PSC y del PP no puede esperar nada. Ha iniciado su particular huida hacia adelante dándoles la espalda. Algunos consejeros ya están haciendo las maletas. El más sonado Lluís Recoder. El otrora esperanza blanca pasa a un segundo plano. Esperando, quizás, un mejor momento para volver a primera línea. La gran incógnita,Felip Puig. El conseller de Interior no está pasando por su mejor momento pero sigue siendo un hombre con fuerza en el partido. Al margen de entradas y salidas –Mena en Industria y Fernández Bozal en Justicia lo harán por la puerta de atrás, y los de Unió seguirán pendientes de las decisiones de Duran– se espera una reorganización del Ejecutivo. Francesc Homs, el todavía portavoz del Gobierno, tiene todos los números para ser el nuevo hombre fuerte del ejecutivo al frente de la Consejería de Presidencia. Con dos objetivos, atar corto a ERC y afianzar el proceso secesionista, incluidas las relaciones exteriores. No será conseller en cap, pero casi.
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