Cástor Díaz Barrado

Contradicción

La Razón
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Las políticas que se llevan a cabo en la comunidad internacional en torno a la cuestión de los refugiados no sólo son fragmentarias y confusas, sino que, además, están marcadas por las contradicciones. Nada es lo que parece. Todas las instituciones, internacionales, nacionales e, incluso locales, representan en muchas ocasiones papeles que no les corresponde. Las pancartas en las que se da la bienvenida a los refugiados no revelan que, en realidad y en ocasiones, no hay un verdadero compromiso. Lo que se expresa en los medios de comunicación y en las redes sociales lo inunda todo. Palabras de aliento y solidaridad. Pero ¿dónde están los hechos? ¿Dónde encontramos las cifras reales de refugiados que han sido acogidos y que llevan una vida digna en los países de acogida? Infortunadamente, los dramas se suceden día tras día. El sufrimiento de las personas que han tenido que huir de su país se incrementa y parece que la comunidad internacional en su conjunto permanece impasible o, al menos, es incapaz de resolver esta tragedia. La decisión política prima sobre la decisión humana y humanitaria. Los refugiados encuentran problemas para sobrevivir en los países de origen, en los países de tránsito y en los eventuales países de acogida. Lo único cierto es el dolor de los refugiados que la comunidad internacional no es capaz de aliviar. Todos somos responsables, pero los gobiernos y grupos armados de los países que han provocado las guerras y los conflictos tienen una responsabilidad mayor y quienes acaparan el poder en la comunidad internacional tienen la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacional. No es fácil resolver la cuestión de los refugiados, tal y como está aconteciendo en la actualidad en el continente europeo. Pero sólo la visión de los derechos humanos será capaz de encontrar soluciones. Los conflictos en Siria y en Libia, por de pronto, deben terminar. Ésta es la misión que tiene por delante la comunidad internacional.