Cástor Díaz Barrado
Cooperación con Túnez
El atentando que ha tenido lugar en el Museo del Bardo, en Túnez, ha causado una profunda conmoción en el conjunto de la comunidad internacional y ha disparado todas las alertas ante la posibilidad cierta de que el movimiento yihadista actúe en cualquier lugar del planeta. Algo que, por lo demás, no se descarta en ninguno de los análisis que se vienen haciendo sobre el fenómeno terrorista desde hace tiempo. En verdad, con la perpetración de este atentado se ha golpeado a uno de los sectores económicos más significativos del país y, al mismo tiempo, se quieren poner en entredicho los avances que la transición democrática tunecina viene logrando a través de numerosos esfuerzos. Túnez se constituye en un símbolo de la democracia en los países árabes, no sólo porque en este país comenzara el proceso de la denominada Primavera Árabe sino, sobre todo, porque los equilibrios políticos han logrado, hasta ahora, una estabilidad democrática muy aceptable. No obstante, Túnez se ha situado, como muchos otros lugares del mundo árabe, en el punto de mira del terrorismo internacional y, por ello, se deben derrochar numerosos esfuerzos para impedir que la barbarie y la violación de los derechos humanos se asienten. La cooperación con Túnez resulta absolutamente imprescindible y los países occidentales no pueden abandonar a su suerte a las autoridades tunecinas. Las debidas cautelas y precauciones que correspondan a la hora de facilitar el turismo internacional al norte de África no deberían condicionar la clara voluntad política de cooperar con aquellos estados que caminan en la dirección de afirmar el establecimiento de sistemas democráticos. La situación de los países vecinos de Túnez es, ciertamente, compleja y podría provocar que la estabilidad de las instituciones democráticas tunecinas se pusiera en entredicho.
Es un momento idóneo para que la comunidad internacional y, en particular, los países de la Unión Europea adopten medidas que prevengan la comisión de actos terroristas y para impedir, en todo caso, que éstos se produzcan. Túnez precisa en estos momentos, más que nunca, de la cooperación internacional y, sin duda, la que reciba de los países europeos. El modelo democrático es, con seguridad, el que mejor garantiza la defensa de los derechos humanos y la estabilidad en la región. Para lograrlo no basta con declaraciones retóricas ni con buenas palabras de apoyo al gobierno tunecino sino que es preciso, sobre todo, que Túnez reciba la ayuda económica y el sostén en materia de seguridad que precise para impedir que nuevos actos terroristas vuelvan a producirse.
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