Julián Redondo
Cristiano OK
Ensayo apacible y productivo ante Osasuna: tres puntos, cero lesionados y Ronaldo en órbita. Partido de guante blanco con «sparring» y una manita de refrescos en la alineación de Ancelotti. Nacho, futbolista para todo, sobrio, multifuncional y cumplidor, en el lateral derecho; en el izquierdo, Marcelo, bienhallado; los otros tres, Varane, que se acopla a Pepe o a Ramos indistintamente; Illarramendi en el papel de Xabi Alonso, y Morata por Benzema.
Tarde de primavera templada que a medida que entraba la noche se enfriaba. No hubo más ardor que los aciertos de Cristiano, que marcó un segundo gol de bandera. Y como dicen los castizos, está como un toro del cuello para abajo.
Detalles varios en los prolegómenos. Minuto de silencio ejemplar. Tito Vilanova se ha llevado el respeto del Santiago Bernabéu y el madridismo, también el viernes en el Palacio, la consideración del mundo del fútbol en general y del azulgrana en particular. Hubo cafres del Barcelona que en el Vicente Calderón ofendieron la memoria de Luis Aragonés en trance similar.
El ofrecimiento de la Copa del Rey, secundado por el pasillo de Osasuna al campeón. Gestos amistosos que no presagiaban un partido caliente, como si el Bayern de Múnich hubiera agotado el miércoles toda la energía del coliseo blanco. Tampoco los chicos de Javi Gracia destacan por su ardor visitante, ¡con lo que se juegan! Lejos de casa, donde ruge la marabunta e imponen con una garra y un físico que les mantiene a duras penas en Primera División, son simples corderitos. Ni protestaron el 1-0 de Cristiano Ronaldo, que partió en fuera de juego, y casi aplaudieron el 3-0 de Sergio Ramos. Osasuna es La Salud, un amigo.
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