Lucas Haurie

Cruda EPA

El bipartito celebra su primer año de legislatura con la tasa de paro frisando el 37%. Lo bueno que tiene la EPA es que ahorra todo adorno estilístico al articulista de guardia. La mera exposición de los datos genera un clima sombrío que ya quisiera Edgar Allan Poe para sus cuentos más terroríficos y niéguenme, si se atreven, que los 1.473.700 espectros laborales que sufren la muerte en vida en la región no desasosiegan mucho más que la visión de una mano de zombi quebrando la tapa del ataúd. 144.100 personas han perdido su empleo en la hégira Griñán & Valderas a pesar de que hay menos andaluces en disposición de trabajar, no debido al ciclo natural sino a la fuga masiva de talento y fuerza obrera (¡contribuyentes!), que es otra forma de empobrecimiento a la postre, y no la menos dañina. El holocausto laboral propiciado por los sedicentes progresistas hace incluso que palidezcan los aterradores números a escala nacional que, para escarnio de la paisana Fátima Báñez, llevan la cifra de parados hasta más allá de los seis millones: pues resulta que casi la cuarta parte vive, malvive o sobrevive, entre nosotros. Estamos diez puntos por encima de la (de por sí trágica) media nacional. Arsa y olé. En efecto, como pregonan desde San Telmo, hay otra manera de afrontar la crisis, pero trae consecuencias todavía peores que el tímido reformismo blandengue de Rajoy y sus socialdemócratas emboscados y/o conservadores acomplejados, que para el caso es lo mismo. La UGT, mientras tanto, ocupada en que todo siga igual tras la marcha de Pastrana. Que es lo importante.