Alfonso Ussía

¿Cuándo?

Mas es el máximo representante del Rey en Cataluña. Chulo de rambla. El representante oculta con un paño negro el retrato del representado. «Son cosas del Servicio de Protocolo», dice ajustándose el tupé. El Servicio de Protocolo de Mas está compuesto por gentes muy poco ilustradas, y es una lástima. Cataluña es –todavía es y lo seguirá siendo– España, y el Servicio de Protocolo oculta con un paño negro el retrato del Rey de España. El acto se celebró en el Palacio de San Jaime, sede y residencia del Presidente de la Generalidad de Cataluña, en el centro de Barcelona. El Servicio de Protocolo escondió detrás de un paño negro el retrato del Conde de Barcelona. Sucede que no me creo las palabras de Mas. En el fondo, lo que Mas siente cuando desprecia al Rey es el regusto de la grosería, la resolana del paleto instalado en la cumbre. El Rey dijo que había que sumar esfuerzos para conquistar el futuro. Y Mas le contestó que sí, que de acuerdo, pero en Europa , no en España. ¿Cómo puede seguir hablando de Europa, si Europa le ha advertido repetidas veces y con claridad meridiana que fuera de España Cataluña dejaría de pertenecer a la Unión Europea? La mentira es el gran argumento de los independentistas. «España nos roba», pero ahí están los miembros de la familia Pujol, amparados, respetados, intocables. Algún día –¿cuándo?–, quizá un fiscal orgulloso de serlo, quizá un juez partidario de la Justicia, ante la acumulación asombrosa de datos y pruebas existentes, tengan la osadía de llamar al máximo jefe del tinglado, Jordi Pujol, o a su esposa, Marta Ferrusola, o a sus hijos Jordi, Oriol y Oleguer, con el fin de averiguar de dónde y cómo ha nacido la inconmensurable fortuna que se les presupone, y si ésta ha sido consecuencia de la honradez del trabajo o de las facilidades que conceden los aledaños del Poder. Será una conversación interesante, probablemente constructiva. Y es posible que roto el hielo inicial que siempre impera, salgan por ahí Mas, Liechtenstein, Suiza, las cuentas no declaradas y los orígenes no documentados del dinero instalado en el pequeño Principado. Y esos centenares de millones que se nutren de intereses benéficos en la isla de Guernesey. Y México, Argentina, y las ITV, y todas esas insignificancias que han convertido presumiblemente a la familia del mítico ex-Presidente de la Generalidad de Cataluña en una de las más ricas de España. El independentismo catalán mira al Mediterráneo. Preferentemente a Marsella, Nápoles y Sicilia. Esa chulería hacia la nada disfraza una imposición vital. Hay que huir. No de España, no de Cataluña, sino de ellos mismos. La «omertá». En «Madrit», como ellos dicen, más tarde o más temprano, entraron en la cárcel un ministro, Barrionuevo, un Secretario de Estado, Rafael Vera, el Gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, el Director de la Guardia Civil, Roldán, el Síndico de la Bolsa, De la Concha. No pasó nada. También es cierto que otros no lo hicieron mereciéndolo más, y que estamos a la espera de que alguno lo haga. Pero cuando la Justicia actúa, no hay manera de escaparse. Por una cantidad mínima y como consecuencia de la frivolidad administrativa de un amigo, pasó una temporada en la cárcel Mariano Rubio, que fue humillado en el Congreso por el socialista Hernández Moltó, que está libre después de haber dejado sin blanca la Caja de Castilla-La Mancha. Acudo al refrán y que nadie se sienta señalado, pero «a todo cerdo le llega su San Martín». Mucho me temo que San Martín no se celebra en Cataluña, porque allí nadie se atreve a levantar la voz ni a firmar una denuncia. La política no puede tener como máxima aspiración la gloria del negocio. No obstante, las informaciones que los medios de comunicación libres han aportado son tan abundantes y sospechosas que estimo la conveniencia de organizar una reunión, una cita, con o sin abogados presentes, de un juez y algún miembro de la familia Pujol. Estoy seguro de que esa charla ayudará a la Justicia a saber más, de Mas y de todo lo demás.

La pregunta es: ¿Cuándo?