Agustín de Grado
Culpa histórica
No hay salida de izquierdas a la crisis. Esto está claro. La prolongación de la penuria económica puede derribar gobiernos conservadores y facilitar el triunfo de la izquierda, como en Francia. Da igual. Una vez en el poder, Hollande se ve en la obligación de aplicar las recetas de las que reniega en la oposición. El desconcierto del socialismo español es mayúsculo. Pretende que funcionar como una marca asociada a las buenas intenciones le sirva para ocultar su carencia de alternativas creíbles. Así, el PSOE intenta pasar por el partido de los derechos, del bienestar social, de los servicios públicos... Todo nos lo ha facilitado él y de todo él es el único garante. Confía en la ignorancia de generaciones enteras formadas en la falsificación histórica. Un trabajador despedido recibía en la II República una indemnización de 15 días con seis meses de máximo. Franco la elevó a 60 días y seis años; con la democracia se redujo a 45 días y Zapatero extendió la indemnización de sólo 33 días. El PSOE ocupa lugar destacado en la historia de las «conquistas sociales» con dos hitos recientes: un Gobierno suyo es el único que se ha atrevido desde la muerte del dictador a rebajar el sueldo de los funcionarios y a congelar las pensiones. No hay recurso ante el Constitucional que pueda disolver tanta desfachatez. El problema es que no basta con proclamar los derechos. Alguien tiene que pagarlos. Y es aquí donde este socialismo de rostro amable y halago fácil para oídos poco exigentes no ofrece más respuesta que la evasión infantiloide de la realidad. Porque la fórmula de gastar lo que no se tiene es la que nos ha traído hasta aquí. Al abismo de la bancarrota. Es la culpa histórica con la que carga el PSOE. Se comprende su irritación con Rajoy por recordarlo.
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