Alfonso Merlos

De súplica en súplica

La Razón
La RazónLa Razón

El zasca de Podemos ha ido directo al hígado de Pedro Sánchez y ha entrado limpio como una mañana de primavera: «Si quiere nuestro apoyo, que eche a la hoguera el acuerdo con Ciudadanos». Punto.

Es imposible cuadrar el círculo, como lo es mezclar el agua y el aceite buscando algún tipo de estrambótica emulsión. Y así se entiende que el todavía secretario general del Partido Socialista esté arrastrándose, de país en país –¡acuérdense del gobierno a la portuguesa!–, para suplicar una y otra vez apoyos externos que le ayuden a investirse presidente. Por las buenas o por las malas, con un limitado y decadente sentido del decoro. Porque lo de Tsipras, ciertamente, es de nota.

Fue Pedro Sánchez, nada menos que desde la tribuna del Congreso de los Diputados, quien tachó al griego de mentiroso compulsivo –¡como Mariano Rajoy!– y quien le acusó de engañar masivamente a un pueblo y sumirle en una ensoñación... con corralito incluido, con subidas de impuestos, con achatarramiento de pensionistas y funcionarios... ¡y ahora es el mediador ideal!

Nadie duda que, para tomar La Moncloa, Pedro Sánchez se encomendará si es menester al Cristo de los Faroles o a la Virgen del Rocío. Todos intuimos la noche de aquel 20 de diciembre que llevaría al límite la teoría política marxista –«éstos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros»–. Y aun así, paso a paso, maniobra a maniobra –incluidas las perpetradas a la desesperada–, le está dando toda la razón al Partido Popular.

Porque estamos viendo a un perdedor incapaz de asumir el pobre resultado cosechado en las urnas, la insuficiencia y la incompatibilidad que derivan de los locos consensos que persigue. ¿Es tarde para volver al sentido común y al sentido de Estado? En absoluto.