Julián García Candau
De sustituto a insustituible
Le recaída de Tito Vilanova es un mazazo moral para todo el barcelonismo. No sólo por el dolor que produce ver a un hombre querido en situación tan lamentable, sino porque esta clase de noticias influyen en la moral general. Tito merece toda clase de apoyos. Se ha hecho acreedor a ellos. Más como ser humano que como entrenador. Su figura, hecha a imagen y semejanza de Pep Guardiola, había hecho creer que podría llevar la nave azulgrana a buen puerto, aunque también hubiera quienes consideraran que mantener el nivel alcanzado por su antecesor iba a ser casi imposible. Todos los pronósticos, tanto a favor como en contra, han quedado por los suelos. El Barça de Tito ha superado todas las marcas conseguidas por Guardiola. Relevarle a causa de la enfermedad que se le ha reproducido va a ser harto doloroso.
De una parte, el equipo requiere una persona de su talante y sus conocimientos y capacitada para entrar en el vestuario sin romper una sola taquilla. Quien le releve ha de mantener todo lo experimentado hasta ahora. Un entrenador que llegara con la pretensión de hacer grandes cambios, o desear como hacen a veces los pretenciosos imponer su sello, cometería delito. A Tito solamente le puede suceder, sea transitoriamente o hasta final de temporada, alguien que, del mismo modo que él ha sido el alter ego de Guardiola, interprete el mismo papel. Se barajan ya varios nombres y el club tendrá que decidirse inmediatamente. El parón navideño ayuda.
Posdata. Guardiola está obligado moralmente a volver al Barça para suplir a su amigo.
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