Agustín de Grado

Defensa de la palabra

Oportuna reivindicación de Caballero Bonald: «Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes quieren quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón». Más que nunca en tiempos de confusión como estos, donde las palabras son combinadas a capricho para que cambien de significado y contribuyan a la distorsión de la realidad. Cuando la perversión del lenguaje se concentra en un titular ya tenemos una verdad instalada para el abuso cotidiano. Vamos con algunos casos. Deseando que la economía se recupere, nos venden crecimiento como antónimo de austeridad, cuando lo opuesto a la austeridad es el despilfarro, el dispendio. La austeridad está más cerca del ahorro, que siempre fue considerado una virtud. Austeridad es ahora palabra maldita, pero no habrá recuperación económica sin equilibrio presupuestario. Otra expresión feliz: estímulos al crecimiento. Fórmula mágica de acción-reacción que justifica el gasto. Público, por supuesto. Hay que gastar para crecer. Y sólo gastando más, creceremos. Mantra socialdemócrata con cara oculta: todo gasto sale de los impuestos. Experiencia acreditada: reducir los impuestos y dejar mayor margen a cada uno de cómo quiere gastar o invertir las rentas de su trabajo es un excelente estímulo para el crecimiento. Acabemos con la prima de riesgo. Celebramos estos días que haya dejado de ahogar a España. Podemos financiarnos mejor, nos dicen. Traducción: podemos endeudarnos con más facilidad. A final de año, nuestra deuda alcanzará el 90 por ciento del PIB. Vivir de prestado no parece una opción sostenible en el tiempo en esta España que algunos se empeñan en desahuciar de la responsabilidad y el sentido común. A Rajoy se le pueden reprochar muchas cosas. Tranquiliza que no ceda a los cantos de sirena que invitan a gastar lo que no tenemos.