Miguel Ors
Del Bosque, Napoleón, Hiddink
L30 Qatar
Qatar, balneario de leyendas del deporte más o menos caducadas. Raúl González, hace unos años, y Xavi Hernández, ahora (cuando acabe la Liga). Qatar, el Amancio Ortega de los países –luego rico, riquísimo– vivifica la ilusión y el bolsillo de las leyendas en la recta final de sus vidas como deportistas de leyenda. Formidable.
–¿Qué le sobra a Qatar?
–Petróleo, petrodólares. Es un océano de todo eso, de petróleo y de dólares.
Xavi, 35 años, «redondeará» monetariamente en Qatar su vida para toda la vida. Hace bien Xavi en sellar su biografía de laurel y oros con el epílogo de tres años de oro (ocho o diez millones de euros al año: sobre esto se barajan cifras no coincidentes, pero todas por supuesto esplendorosas).
Otro «caducado», Valentino Rossi, ha ganado brillantemente en Qatar el Gran Premio de MotoGP. A sus 36 años, con un par de ruedas. Se dice que las perlas pierden su lustre y su vigor con los años. No rima este dicho con la «perla» Valentino Rossi. «La partida de nacimiento es una cosa, otra la edad –opina–. Según ella, tengo 36 años. Según mi corazón, sigo en los dieciocho». Lo ha corroborado en Qatar, el balneario que devuelve la ilusión y la juventud a las leyendas.
M31 El tiempo
El otro lobo del hombre es el tiempo. El tiempo, con el paso del tiempo, desgasta, roba (vida), arruga la ilusión y el ánimo (a Rossi no, es excepción) Cuando alcancé la incómoda edad del uso de razón, dejé de celebrar mi cumpleaños. El cumpleaños feliz lo veo como el infeliz día en que se cumple un año menos de vida. Rafa Nadal es uno de mis iconos. Es joven aún. ¿Quién no lo es a su edad? 2015, sin embargo, es el año que se le está dando tan mal como al Madrid, su equipo. Lo admirable de Nadal, sin embargo, es que resucita más veces que el bíblico Lázaro. Dice: «Necesito la ayuda de mí mismo». Pienso que su objetivo, el que le sigue vigorizando el ánimo, es ganar otra vez en Roland Garros. Si París bien vale una misa, intuyo que piensa, Roland Garros bien vale que no deje de luchar contra los desgarros que le ha hecho en el cuerpo «el hermano lobo» del tiempo, que diría Rodríguez de la Fuente. Roland Garros es para Nadal lo que la «Champions» para el Real Madrid: algo así.
X1 Suerte
«Naufragio» de la selección española de Del Bosque, leo. La crítica rara vez vislumbra luz en lo que critica. El 2-0 es la aritmética del partido España-Holanda. Napoleón, con todo su golpe de Napoleón, tuvo su Waterloo. Pretender la eternidad de la España de las dos Copas de Europa y de la Copa del Mundo es como pretender un mundo sin pobres. Imposible. Yo veo que hay jugadores de calidad y talento, veo que Del Bosque no está haciendo mal su trabajo «experimental» y veo que los «cambios», esa demagógica muletilla de los políticos en tiempo electoral, no se hacen ni en uno ni en dos años. Que se aplique Del Bosque la máxima de Rajoy: «Hay que corregir lo que hay que corregir y trabajar con intensidad». Y encontrar , eso sí, el «punch» del gol y la amistad, tan esquiva últimamente de la suerte. Una cucharada de suerte, mejor que un barril de sabiduría. Contra Holanda, España puso el fútbol que «no hace daño a los ojos». La cucharada de suerte fue para Holanda.
V3 Libertad de expresión
Reviento si no lo escribo hoy, en Semana Santa todavía. La libertad de expresión es un biquini salvaguardado por la pieza del respeto y la pieza de la educación. Lo de Aristóteles, vaya. El martes, acabado el partido del 2-0 a España, Hiddink (el Del Bosque holandés), con el par de su excelente educación deportiva y el respeto de su elegancia, deploró, enojado de verdad, los pitos de una parte del público a Iniesta. «Iniesta –dijo– nos quitó el Mundial, pero esto es deporte y es una vergüenza por lo tanto que hayan pitado a Iniesta, que es un gran futbolista y un caballero. Pido disculpas (a España, a los españoles)». ¿Cómo habría sido la reacción en España si Del Bosque se hubiera expresado de forma tan contundentemente crítica contra el público como Hiddink? Los medios holandeses han loado su deportiva caballerosidad.
España, el país donde la libertad de expresión tiene patente de corso para todo y donde al «antisistema», en nombre de la libertad de expresión, se le consiente hasta la vulneración de la Constitución (Mas y otros) y los insultos a los símbolos (Rey, Himno, entre otros), España, digo, sigue sin leer a Aristóteles y sigue ignorando el biquini del respeto y la educación. El otro día, en una película, «El nuevo exótico hotel Marigold», se dijo esta frase: «A veces perder, a veces aprender».
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