Marta Robles

¿Demostrable

Por mucho que el ministro Soria haya dicho que hay que mantener la «cautela» a la hora de establecer una «relación directa» entre los seísmos de Castellón y ese gas trasvasado a un depósito submarino frente a Vinaroz, los expertos muestran más bien pocas dudas en que tienen bastante que ver. Yo confieso que siempre me ha aterrado el «fracking», que es esa manera de extraer el gas desde las profundidades de la tierra, inyectando agua y, por tanto, metiendo presión en el subsuelo, porque mi lógica me dice que eso, inevitablemente, tiene que provocar movimientos en las placas terrestres, totalmente incontrolables. Y lo mismo me pasa con esa otra modalidad de manejar las energías en la que se inyecta gas en los viejos depósitos petrolíferos para reutilizarlos; sobre todo porque en ese caso, que es el que ahora nos atañe, aunque se inyectan en una roca porosa, que puede absorber el gas, si se desborda puede tener consecuencias imprevisibles. De momento, el proyecto de Castor se ha cerrado porque se han producido temblores tan significativos como para que la gente se asuste... pero ahora no sabemos cómo va a seguir la historia. No se extraerá el gas, porque está desaconsejado, y tampoco se continuará con la actividad, hasta que se tenga la certeza de que la seguridad de las personas es absoluta (el Ministerio dixit); eso se sabe. Y también que cargarán en nuestros próximos recibos de la luz las retribuciones a la empresa artífice del proyecto de almacenamiento. Lo que se desconoce es si alguien será capaz de demostrarnos que la naturaleza es tan controlable como para que este tipo de prácticas no vuelvan a atemorizarnos. Muy probable no parece...