César Lumbreras

Depredador montaraz

Si un partido político o un Gobierno se empeñan, erre que erre, en perder unas elecciones, o varias, resulta muy complicado, por no decir imposible, impedírselo. Por ejemplo, pongamos que ese Gobierno llega al poder, incumple el programa electoral y, en lugar de bajar los impuestos, como había prometido, los sube. Además, por si eso no fuese suficientemente grave, va su ministro de Hacienda y sale por televisión anunciando esos aumentos de impuestos, mientras se ríe. Y lo hace, no una vez, sino dos. Más adelante, ese mismo Gobierno y ese mismo ministro anuncian una reforma fiscal para, dicen, bajar impuestos. Sin embargo, el proyecto que presenta no es claro, está lleno de trampas, reduce las garantías de los contribuyentes y, en resumen, lo que te baja por un lado, te lo sube por otro. No contentos con eso, el mismo Gobierno y el mismo ministro lanzan un catastrazo para «regularizar» las terrazas de los pisos que se hayan cerrado, los áticos que se hayan cubierto, los garajes y las piscinas añadidos; las subidas de la «contribución» derivadas de lo anterior, que afectarán a la mayor parte de los votantes, se conocerán y aplicarán durante 2015, año en el que hay dos procesos electorales. No contentos con lo anterior, ese mismo Gobierno y ese mismo ministro, en un alarde de chulería y prepotencia, se niegan a aplicar una sentencia de Tribunal de Justicia de la UE que obliga a devolver la totalidad del mal llamado «céntimo sanitario». Entonces, van las organizaciones de transportistas y convocan tres días de huelga que pueden provocar el caos en el país. Un compañero de LA RAZÓN apoda a ese ministro «el depredador». Y lo es, pero, sobre todo, de los votos para su partido.