César Vidal

Derecho a la vida

El 25 de marzo de 1807, el Parlamento británico aprobó la «Slave Trade Act», que prohibía la trata de esclavos. Aunque la esclavitud no quedaba prohibida, fueron muchos los que alzaron la voz contra la nueva norma. Alegaban que la ley quebrantaba los derechos de los propietarios de esclavos; que éstos carecían de derechos apartados de sus amos; que el daño económico y social resultaría grave y que sólo los dueños debían decidir sobre algo que poseían con justo título legal. También estaban los que consideraban que el avance era escaso y que el Parlamento, al no abolir también la esclavitud, actuaba de manera tibia e incluso hipócrita en defensa de un derecho como la libertad. He recordado mucho este episodio en relación con la reforma del aborto anunciada por el Gobierno. Los contrarios insisten en que priva de derechos a las mujeres, en que el feto carece del derecho a salvar su vida; en que el daño económico y social impuesto a las que, por ejemplo, deseen abortar un feto con malformaciones será inmenso y en que sólo ellas pueden decidir sobre la vida que albergan en su seno. Al otro lado, no faltan los que acusan de falsedad al ministro de Justicia e incluso al Gobierno en pleno. Permítanme que yo contemple el cambio legal de manera muy semejante a la «Slave Trade Act». Creo que la vida, como la libertad, es un derecho superior como señaló Jefferson en una declaración de origen puritana uniéndolos a la búsqueda de la felicidad. Sé que esta norma no acabará con el inmenso drama que significa el aborto, pero espero que cause un daño devastador a los que se lucran con él de la misma manera que la antigua ley se lo ocasionó a los que se enriquecían con el tráfico de esclavos. También anhelo que lleve a numerosas personas a percatarse de que ningún derecho –suponiendo que abortar pueda considerarse como tal– puede imponerse sobre el que a la vida y la libertad tienen otros. Da lo mismo que aquellos que se ven privados de él sean negros o fetos porque nadie tiene derecho a perpetrar esa conducta simplemente porque desea tratar a un ser humano como algo fácilmente suprimible. Finalmente, ansío que esta ley sea un paso más hacia la desaparición del aborto como conducta socialmente aceptada. Puestos a desear, sueño incluso con el día en que la sociedad haya erradicado el aborto de la misma manera que hizo con la esclavitud.