José María Aznar Botella

Desahucios

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En enero de 2011, a propósito de una sentencia de la Audiencia de Navarra, escribí un artículo titulado «Hipotecas» en el que argumentaba la necesidad de cambiar la ley hipotecaria e introducir la dación en pago para saldar futuras deudas contraídas en la compra de viviendas. En realidad, se trata de algo tan novedoso como extender el crédito hipotecario, que sí se concede a promotores, a las familias que ahora sólo reciben créditos personales y que responden por su deuda, además de con la vivienda, con todos sus activos y rentas presentes y futuras.

Me parece tan ético y de justicia introducir la dación en pago, como esperpéntica me resulta la urgente chapuza que se ha perpetrado para aplacar el circo mediático en torno a los desahucios. Éstos son un problema social, y corresponde al Gobierno y no a los bancos encontrar una solución para aquellos que se quedan sin hogar. Lo demás es atentar contra la propiedad privada y la seguridad jurídica con consecuencias peligrosas.

Legislar a golpe de titular no parece la mejor idea, y lo triste en esta ocasión es que no se haya aprovechado la atención sobre este asunto, para introducir cambios de verdadera consecuencia. Era imposible esperar otra cosa de algo en lo que anda metido el PSOE, partido que después de ocho años en el poder con plena capacidad legislativa se pone al frente de la primera manifestación que pasa por la esquina. Los bancos serán malísimos, pero entre sus defectos no se encuentra el de adjudicarse activos inmobiliarios alegremente. Para ellos llegar a este punto es financieramente indeseable y el legislador se ha equivocado por completo en el enfoque de la nueva norma. En poco tiempo los telediarios hablarán de otras cosas y España seguirá siendo un país en que las hipotecas sólo existen para las empresas.