César Vidal

Despacito y buena letra

Las últimas encuestas electorales –incluida la publicada hace unos días por este periódico– parecen apuntar a una realidad difícil de cuestionar, la de que resultará más que difícil obtener mayorías absolutas en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Con un panorama de ese tipo, hay que apurar al máximo la posibilidad de conservar o sumar cada voto y eso implica andar con pies de plomo o, como señala el popular dicho, de ir despacito y buena letra. Permítaseme dar algún ejemplo de los errores que hay que evitar. Primero, en las listas de cualquier partido que pretenda gobernar no puede aparecer nadie marcado por la corrupción. Da lo mismo si se trata de alguien incurso en una causa legal, de si es un sujeto que contrató como asesora de cultura a una señorita que fue portada de una revista dedicada al desnudo o de si se le conoce por su capacidad para los apaños o para colocar amiguetes inútiles. Aunque sea el rey de la simpatía o una verdadera lumbrera, un sujeto así es, como decían en Hollywood, veneno en la taquilla para cualquier partido. Tampoco puede permitirse ningún candidato las frases imprudentes. Puede que las palabras originalmente hasta sean brillantes, pero, en medio de la campaña, se va a retorcer al extremo lo más inocente con que imaginémonos lo impensado. Seguramente, a algunos no les agradará, pero el uso de una cremallera bucal en algunos momentos puede ser una bendición a la vez que un paso hacia el triunfo electoral. Acto seguido, que nadie se fíe mucho de las posibles coaliciones. Al fin y a la postre, para todos los partidos la convocatoria importante son las elecciones generales de fin de año. Por eso mismo, las posibles bisagras no se van a pillar los dedos sin necesidad y todavía menos para favorecer a cualquiera de los grandes partidos a los que puede birlar centenares de miles de votos. Derramar alabanzas sobre alguno de esos posibles socios puede traducirse más en pérdida de sufragios que en una coalición conveniente. Finalmente, cuidado con lo que se promete. Graves errores serían, por ejemplo, asegurar que no subirán o regresarán determinados impuestos cuando la coalición posible pasa por un partido que quiere aumentarlos reinstaurarlos o realizar concesiones al populismo que luego no podrán convertirse en realidad el día de mañana. ¿Quién sabe? Quizá incluso las mayorías suficientes no estén tan lejos, pero sólo se podrán alcanzar si se está dispuesto a avanzar despacito y con buena letra.