Alfonso Merlos
Diálogo y firmeza
No es este el momento de los cañonazos ni de las cañoneras. En realidad, ninguno debería serlo. Es el tiempo de la diplomacia inteligente, de poner los puntos sobre las íes, de no retroceder ante las amenazas o las medias verdades, de tomar decisiones firmes y al mismo tiempo templadas que beneficien a todos los españoles.
Y esto significa que debe quedar tan claro como siempre que todas las aguas que rodean Gibraltar forman parte de nuestro territorio marítimo, que la Armada Española no está para provocar o violar las leyes internacionales, que precisamente quien opera al margen del Derecho Internacional Público son las autoridades del Peñón de Gibraltar. Estamos en la fase de establecer, en definitiva, que España no va a renunciar a defenderse como nación, y a defender lo que es suyo/nuestro.
El Gobierno del Reino Unido está en lo de casi siempre. Porque si hubiese voluntad de actuar como establecen los tratados simplemente los aplicaría y, por consiguiente, iríamos a un proceso de descolonización. Pero éste no va a ser el punto, ni nunca lo será. Por eso es decisivo persuadir a Londres, como mínimo, de que no todas las denuncias que salen de la oficina de Picardo responden a la realidad. Y eso significa trabajar a dos bandas y con dos voces, las únicas autorizadas y acreditadas. Indiscutiblemente.
No es tolerable que los gerentes provisionales del Peñón, como les venga en gana y cuando les venga en gana, se dediquen a crear focos de tensión, a lanzar calumnias contra nuestras Fuerzas de Seguridad. Impunemente. No puede ser que prevariquen y vean la brizna en el ojo ajeno cuando no ven la viga en el propio. Seguro que la altura de miras de los negociadores, en pocas horas, disuelve la torcida y poco profesional actitud de los enredadores.
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