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Donar tus órganos

La Razón
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El pasado 16 de diciembre, y gracias a 16 donantes, 38 personas pudieron salvar su vida. Sin embargo, sólo fue un día felizmente especial. Miles de personas esperan un órgano de donante para poder vivir. Miles de enfermos esperan ese gesto altruista considerado como uno de los mayores actos de bondad del ser humano. Y es cierto, ¿Puede haber algo más gratificante que pensar que cuando te vayas de aquí otros podrán vivir con tus órganos sanos? Sin embargo, nuestra cultura tan temerosa y ausente de la muerte, nos hace no querer hablar del asunto. No afrontarlo. Es tan infantil como creer que por no tenerlo presente no nos fuera a ocurrir. Un mal enfoque, sin duda. Porque prepararse para la muerte es una forma esencial de mejorar la vida. A todos nos va a tocar tarde o temprano, porque es parte de la naturaleza ir dejando espacio a las nuevas primaveras. También puede ocurrir, pasa tanto, que los jóvenes mueran. Por accidentes, por suicidios, por enfermedades desorientadas, muchos, aún en su primavera vital, dejan la vida. Dejan la vida con la mayoría de sus órganos intactos. Y son estos, los menos gastados, los que más posibilidades ofrecen para que otros se salven. No obstante, todos podemos ser donantes, es cuestión de expresarlo. O por escrito o diciendo a la familia que cuando expiremos queremos donar . La única condición es que cuando esto ocurra estemos en un hospital. Entonces serán los médicos los que valoren qué órganos o tejidos son válidos para trasplantárselos a otros. Para dar aliento y existencia a los que esperan con ansiedad seguir vivos.

Nada hay más hermoso. Nada hay más sencillo. Yo, y no lo había expresado por escrito nunca, quiero donar mis órganos cuando me vaya. Dilo tú también. Deja un sentimiento maravilloso.

Paloma Pedrero.