Rosetta Forner
Donde me lleve el cohete
Cuando era pequeña, me encantaba la ciencia ficción porque creía firmemente que había «otros mundos» habitados más allá de la Tierra. Lugares donde la gente era feliz, pues no había ni hambre ni guerras ni enfermedades. Más tarde la película «La Guerra de las Galaxias» pintó otro panorama, pero no logró quitarme la ilusión de que podían existir galaxias más amables que la conocida. Hace poco me planteaba que aquellos pioneros que emigraron en el «May Flower» al nuevo mundo huyendo del hambre, las persecuciones religiosas y la esclavitud de trabajar para un señor feudal pudieron hacerlo porque existía un país que aún no era país, sino «territorio comanche». Mientras que yo, ¿a dónde podía ir que no tuviese ya bandera y requiriese pasaporte? No aspiraba a irme a otro planeta. Empero, dado que basta con tener más de18 años (y yo los he rebasado con creces. Por cierto, si a alguien le hacen falta unos cuantos, se los regalo), he decidido aprovechar la oportunidad e irme donde el cohete me lleve. Si hay que ir a Marte, pues iré. Eso sí, me gustaría llevarme las cosas buenas de la Tierra: amor, compasión, rebeldía, empatía, ayudarnos unos a otros, esperanza, imaginación, capacidad de crear, ilusión... Aunque, bien pensado, ¿por qué no metemos en un cohete a los que nos «tocan los cataplines» y los mandamos a una galaxia muy lejana, sin combustible para la vuelta? Quizá así logremos hacer de este planeta un mundo mejor.
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