Alfonso Ussía
Dos avisos
Se dice, y ahí están las estadísticas, que viajar en avión es el método más seguro para llegar de un sitio a otro sin inconvenientes. Algunos no coinciden con la apreciación. «Sólo hay dos sensaciones en los aviones. El aburrimiento y el terror», dijo Orson Welles. Martha Zimmerman cree que si Dios hubiera querido que viajáramos en la clase turista de los aviones, nos habría creado más estrechos, y para Álvaro de Laiglesia, viajar en avión es una tontería porque al sobrevolar Astorga no puede uno comprar mantecadas. Lo único cierto es que viajar en avión cada día que pasa es menos agradable. Después de su último vuelo a Málaga desde la T-4 de Madrid Antonio Mingote concluyó: «Cuarenta minutos de vuelo y cuatro horas de aeropuertos». Un aeropuerto, exceptuando los de Ciudad Real y Castellón, es un enorme edificio habitado por miles de personas que quieren abandonarlo y no pueden.
En sus viajes oficiales, el Príncipe de Asturias no sufre del tedio de los aeropuertos, pero sí del terror de Orson Welles. La figura del Príncipe es fundamental para el futuro de España y lo llevan de un sitio a otro en un avión que siempre se estropea. Ni «Marca España» ni naranjas de la China. No podemos pretender tener un chisme similar al «Air Force One», pero del avión presidencial americano al «Chapuzas Uno» que utiliza el Príncipe, media largo trecho. Se sustituyeron los ancianos DC-8 por una pareja de «Airbus A310» casi tan viejos como los sustituídos, y en la actualidad han alcanzado una edad altamente peligrosa. Tan cierto es lo que digo, que si algún día lo tuviera que utilizar Bolinaga para efectuar un viaje oficial en nombre del oprimido pueblo vasco, se lo avisaría antes de embarcar. «Bolinaga, no subas ahí, que lo que el cáncer no puede, este avión lo consigue en un segundo».
La madre de unos hermanos muy trabajadores y ricos que viajaban mucho a América se lo pidió a un comandante de Iberia en Barajas. «Haga el favor de volar muy bajito y muy despacio». Y claro, el Ministerio de Defensa, que no tiene un euro, porque los que le corresponderían en una situación normal se los quitan para pagar asesores a dedo, cursos de formación de los sindicatos y películas en las que trabaje Pilar Bardem, ha manifestado por medio de un portavoz, que el «Chapuzas Uno» no será sustituído porque no hay dinero para ello. El problema es de tal gravedad, que el Príncipe de Asturias va a terminar viajando solo, porque sus acompañantes lo harán previamente en un avión de línea, más incómodo, pero más seguro, porque el «Chapuzas Uno» ya ha dado dos avisos –que se sepan–, y no puede volar ni bajito ni despacio, entre otros motivos, porque no despega.
Creo que la singularidad de la figura del Príncipe de Asturias merece una atención muy detenida en lo que respecta a su seguridad personal. No sólo por su importancia dinástica, sino por misericordia humana. Así no se trata a nadie. De Madrid a Santo Domingo, de Santo Domingo a Honduras, y vuelta a la capital dominicana con el «Chapuzas Uno» perdiendo más aceite que el que se desparrama en Chueca cuando se celebra la semana del «Orgullo Gay». Hay que intentar por todos los medios posibles y probables que el «Chapuzas Uno» no salte del segundo aviso al tercero, que aquí en España el tercer aviso tiene siempre nefastas connotaciones.
La vida de un ser humano nacido y por nacer es sagrada. Pero además, la del Príncipe es fundamental. Hay que comprar otro avión inmediatamente.
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