Manuel Coma

Egipto y sus vecinos

Egipto ha sido históricamente el más importante de los países árabes y la universidad cairota de Al Azar con su fatwas, ha fijado la ortodoxia dentro de la rama más potente del islam, el sunismo. Esa posición le ha proporcionado un liderazgo que, en las dos últimas décadas, ha ido experimentando una erosión debido al empobrecimiento creciente del país, incapaz de adecuar su riqueza a las necesidades del crecimiento de la población: algo menos de 10 millones en 1900 y casi 90 en la actualidad. Esa masa demográfica es una fuente de poder, pero con su plétora de eurodólares Arabia Saudí competía cada vez más activamente con Egipto. Una de las consecuencias de la caída en picado de la economía en los casi dos años y medio transcurridos desde el inicio de la revuelta, con los 16 meses de gobierno militar y el año del de los Hermanos Musulmanes, es una pérdida de peso específico a favor de los países del Golfo y los saudíes. El impacto de la «primavera árabe» nacida en Túnez se hizo explosivo en cuanto prendió a orillas del Nilo. Ahora el mundo vuelve a poner sus ojos en el país de los faraones. ¿Cuáles serán las consecuencias del nuevo ejemplo egipcio? ¿Llegará a su fin la captación por los islamistas de las revueltas desencadenadas por los que ahora se han dado en llamar secularistas? ¿El caos en el que el país se halla instalado y la violencia en la que puede caer, vacunará a la región contra las revueltas o la arrastrará a mayores desgracias? Demasiado pronto para decirlo, porque el país está muy lejos de asentarse y la lucha por el poder entre facciones opuestas sigue en marcha, pero los acontecimientos de los últimos días ya han producido realineaciones y posicionamientos muy diversos. De entrada, el turco Erdogan pierde y los saudíes y primos del Golfo ganan. Todo depende del grado de compromiso con los Hermanos Musulmanes.Las diferencias no se dejan explicar fácilmente, porque tienden a ser mínimas desde el punto de vista doctrinal. Son luchas fratricidas. La decidida apuesta de Ankara por Mursi ha hecho volar por los aires el modelo turco, ahora odiado por los neo-revolucionarios que han celebrado el derrocamiento de su gobierno por los militares. A pesar de afinidades religiosas, en la península arábiga todo eran odios contra los Hermanos Musulmanes, excepto en el pequeño y riquísimo Qatar, que con la sustitución de padre por hijo, se ha puesto en línea con sus vecinos.