Resultados Elecciones Generales 2016
El abanico de «noes» de Sánchez
La investidura está envenenada. Ciudadanos ha decidido abstenerse, lo que deja a Rajoy en plena encrucijada. Ante este panorama nada halagüeño, el candidato ha decidido que no ha decidido nada. Rajoy se dará un tiempo de reflexión si lo dejan más solo que la una. Sánchez, el líder socialista, se ha anclado en el «no». No va a dar agua al sediento, porque el candidato Rajoy, visto lo visto, no va a conseguir más votos que los propios rodeados de las negativas y reticencias de todos pero, sobre todo, con un abanico de «noes» apadrinados por Pedro Sánchez.
1. No a la gran coalición. Ésta era la máxima aspiración de Mariano Rajoy pero también el gran tótem maligno para los socialistas. España no está preparada para estas aventuras que sólo funcionan en los países nórdicos, y no siempre. En Dinamarca, la experiencia fue demoledora para los socialistas, que ahora se lamen las heridas en la oposición. En Alemania, el SPD no levanta cabeza a la sombra de Merkel.
2. No a Rajoy en la primera sesión de investidura. Es un plato que se sirve frío, como la venganza. Lo quiere disfrutar. No quiere ser el único que la historia recuerde como el candidato a la Presidencia del Gobierno que ha sufrido un revolcón. Los socialistas no van a mover ni un dedo en la primera puesta de largo de Rajoy. Lo dejarán a los pies de los leones. La abstención de Ciudadanos ha dado un balón de oxígeno a Sánchez. Le permite no romper las costuras del PSOE, esperar momentos mejores y hacer sudar la camiseta a Rajoy.
3. No a la abstención vergonzante. La argumentó Guillermo Fernández Vara. A última hora, los socialistas se lo pensarán «por el interés de España». Para no pecar de entreguismo sólo los diputados necesarios se abstendrán, argumentaba Vara. Pues no. Sánchez no pasará por las horcas caudinas. El PSOE, tampoco. Además, para muchos socialistas la cosa es demasiado seria para traspasar la delgada línea roja del ridículo.
4. No a la libertad de voto. Alguien lo ha verbalizado en las últimas horas. Sánchez daría libertad de voto a sus diputados. No parece que tenga éxito. Quien se salga del carril no saldrá en la foto y el congreso acecha. Nadie se moverá en la foto. Ya saben, quien se mueve no sale.
5. No a las nuevas elecciones. Sánchez ha dicho que intentará evitarlas, no ha dicho que vaya a evitarlas. Como dice Alfonso Guerra, no a Rajoy y no a nuevas elecciones es un oxímoron, una contradicción. El PSOE tendrá que decidir. Sin embargo, Sánchez no quiere despejar esta incógnita. Carga todo el peso de la prueba en Rajoy. Es el candidato el que tiene que evitar las elecciones consiguiendo la mayoría necesaria para lograr la investidura. Con los socialistas no puede contar. Le achican espacios. El candidato deberá explotar en serio, con propuestas, a Ciudadanos, Coalición Canaria, Partido Nacionalista Vasco y, aunque no se lo crean, al Partit Demòcrata Català. Los socialistas, dice Sánchez, estarán en la solución. Hasta ahora, el gran enigma.
6. No en la segunda investidura. Rajoy ha dicho que abrirá un periodo de reflexión si no encuentra los apoyos. Es lógica esta reacción aunque tiene costes políticos importantes. Se teme lo peor. Se teme que los socialistas le hagan pasar por una dura travesía del desierto en al menos dos sesiones de investidura. A la tercera, ya veremos. El tiempo estará a punto de consumirse y se deberán tomar decisiones. Con ese tiempo juega Sánchez. En este contexto, hay que leer la enigmática frase del líder socialista «a día de hoy» y el regate corto de Rajoy. Si amaga con no presentarse no corre el tiempo. Estamos en el momento álgido de la guerra de nervios.
7. No al gobierno de izquierdas. De momento. Sánchez sabe que los números no salen. Que la izquierda tiene sólo 167 votos incluyendo los de Bildu y ERC, que son un regalo envenenado. Para superar el bloque de Partido Popular, Ciudadanos y Coalición Canaria le faltarían al menos 4. Tendría que contar con PNV y la antigua Convergència, que muy de izquierdas no son, por mucho que se empecine Pablo Iglesias. Sin embargo, este «no» de Sánchez ha quedado licuado tras su encuentro con Rajoy. No ha sido un «no» rotundo, ni mucho menos, ha sido un amago. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Que nadie descarte que Sánchez no trate de hacer una mayoría alternativa si Rajoy fracasa. La incógnita, con quién.
8. No de los barones. La cohorte «barónica» del PSOE se ha escondido en estas últimas horas tras su secretario general. No porque hayan cerrado filas tras él, sino porque están ensayando aquel juego infantil: «Pío, pío, que yo no he sido». Han amagado con la abstención pero saben que en puertas del congreso socialista –todavía sin fecha– posicionarse en favor de permitir un gobierno de Rajoy no es la mejor carta de presentación. Además, en el PSOE nadie menta la «bicha» que puede llegar en forma de consulta a la militancia. Se imaginan un referéndum entre las bases socialistas con la disyuntiva «Rajoy o elecciones». Será divertido saber quiénes se batirán el cobre en defensa de Rajoy en esta hipotética consulta. En palabras de Fernández Vara, «quién será el guapo».
9. No a la abstención. «No es no y qué parte del no no se entiende», repitió Pedro Sánchez en la legislatura anterior. Ahora reitera este argumento en forma positiva: «El PSOE no puede favorecer un gobierno de Rajoy porque es la oposición, es la alternativa». Los socialistas tratarán de evitar esta incómoda situación. Lo que habrá que ver es hasta cuándo la mantendrán. En la primera y segunda sesión de investidura no parece haber dudas. Pero, ¿qué sucedería si se plantea una tercera investidura y los tiempos se consumen hasta la extenuación?
10. No a la investidura sin gobernabilidad. Sánchez argumenta que no puede apoyar a un presidente sin que la legislatura pueda tener estabilidad. Techo de gasto y presupuestos, son las primeras tesituras sensibles, sin olvidar el problema catalán, que es como los «otros». No se le ve pero ahí está. Reforma fiscal, educativa y electoral forman el primer paquete de grandes temas encima de la mesa, mientras Bruselas tendrá la vista puesta hasta en los pequeños detalles. El reloj todavía no ha empezado a correr. Todos, ahora, tensan la cuerda. Las prisas están por llegar.
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