Francisco Nieva

El alma de la calle

Las artes menores han sido mi mayor fuente de inspiración, ayudándome a calar más hondo en el alma de los pueblos. Bien casado en Francia con una señora de alta posición, me interné por todos los vericuetos de lo popular más acendrado y castizo del antiguo París, sus ilustradores, sus cartelistas, sus músicos, sus modistas... Me dejé subyugar por Toulouse Lautrec y por su temática de burdel, por el carácter de sus personajes: cantantes, bailarinas, cupletistas y demás. Nada más interesante para mí que la caricatura social, a comenzar por el maestro Daumier, cuya malévola diana era el rey Louis Philippe. En España, los hermanos Becquer quisieron imitarlo contra Isabel II y Don Francisco de Asís. Queda memoria de aquel intento, pero ningún ejemplar.

También yo quise imitar a los dibujantes franceses del periódico litográfico «L’Asiette au beurre», modelo internacional de periódico satírico. Y tuve la fortuna de comprar una vasta colección de sus números, un gran despliegue de imaginación, brillantes intérpretes del espíritu de la calle, y en el que colaboraron los españoles Juan Gros y Francisco Sancha, a los que la crítica de arte en España nunca tuvo en cuenta, y es muy de lamentar. Sancha es un maestro español de igual categoría que el insigne Theophile Alexandre Steinlen (Lausanne,1859-París, 1923). Nadie como éste caló más hondo en el espíritu del arroyo y la muchedumbre de ciudadanos parisienses, en la masa de ciudadanos franceses y el alma del pueblo. Mi gran entusiasmo por Lautrec se desplazó hacia Steinlen y su maestría para convertir sus tipos en símbolos de dicho espíritu popular.

Pero he aquí que un ilustre desconocido español compite con él milagrosamente: Francisco Sancha (Málaga, 1874- Oviedo, 1936). Hora es de que se le rinda todo el honor que semejante maestro merece, un prodigio de observación y de análisis, un gran creador gráfico y satírico, muy parejo al juego sainetesco de Arniches, al descubrir y poner en valor a la masa popular de entresiglos. La revista «Blanco y Negro» publicó muchas composiciones suyas, y es precisamente en El Museo de ABC en donde se presenta una exposición antológica de su importante obra gráfica, con la asesoría de Felipe Hernández Cava, a su vez, buen ilustrador y eminente recopilador del arte gráfico español. Aconsejo visitar esta magnífica exposición de un maestro ignorado, que compite con lo mejor en la sátira urbana madrileña. Es como un agujero en el tiempo, en el que se respira a Madrid como en el llamado género chico y la música de Chueca. Oímos el trote de los caballos de tiro, olemos el café que se tuesta en la calle, a la puerta de los establecimientos, escuchamos las campanas de jaulón en las iglesias. Sancha es un demiurgo evocador, un Quevedo y un Goya menores. Tiempo es de que se le haga justicia estética. Bien podemos echar de menos en la actualidad un testimonio semejante, testigo fiel del espíritu crítico de la calle, orientador y consolador de nuestros evidentes errores políticos en un momento de tan alta tensión, un juez implacable y un gran corregidor. Muy a propósito vendrían hoy en día algunas viñetas suyas, como esa del Domingo de Ramos, en la que, a lomos de una burra, «la sinceridad electoral entra triunfalmente en Madrid para ser sacrificada»; o aquella de Las urracas, sobre el separatismo catalán.

Escuchamos expresarse al machismo popular de aquel tiempo en las letras de zarzuelas como «Las bravías», de Chapí y López Silva:

Por favor, por favor, Restituto,

No me pegues, no seas bruto,

No seas bruto, Restituto.

No me pegues, no seas bruto.

Cosa normal en el Madrid castizo y pan de todos los días en el pueblo bajo, arrabalero y general en toda la Europa de entonces.

Bohemio y cosmopolita, vivió en Londres y París, y trató con lo más granado de la intelectualidad madrileña, como Valle, Baroja, Eugenio d’Ors, Benavente o Luis Ruiz Contreras, el traductor de Anatole France, al que también ilustró Steinlen. Además de en «L’Assiette Auberre» y «Blanco y Negro», publicaría en numerosas revistas: «Le Rire», el «Cri de París», «La Ilustración Española y Americana», «Madrid Cómico», «Gedeón», etc, etc.

Nada más acertado que el título de esta magnífica edición y exposición que se le dedica. Gloria y honor al justiciero Sancha, un magistral Steinlen en español, que influyó grandemente en la caracterización y figurines de mis propios personajes teatrales. Gracias, maestro.