César Lumbreras
El caos «triloguil»
Bruselas es en estos momentos como la casa de los líos, incluso un caos. Aunque los jefes de Estado y de Gobierno alcanzaron un acuerdo sobre el Marco Financiero para el periodo 2014-20 el pasado mes de febrero, y aunque los ministros de Agricultura de la Unión Europea lograron el suyo sobre la reforma de la PAC en marzo, ninguno de los dos asuntos está cerrado todavía. Antes, con eso hubiese bastado. Ahora, desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, no, porque el Parlamento Europeo tiene poder de veto o de codecisión en ambos asuntos, y entonces hay que contar con los eurodiputados. El caso es que, cuando los Estados llegan a un acuerdo, bien en el Consejo de Ministros o en la Cumbre Europea sobre la base de la propuesta de la Comisión, procedimiento ya de por sí largo y complicado, se abre otro proceso negociador a tres bandas con la Comisión Europea y con el Parlamento Europeo, que, a su vez, ha debatido estos temas en comisión y en pleno. Y a esas reuniones a tres bandas es a lo que se denomina «trílogos». Es la primera vez que se pone en marcha este procedimiento y Bruselas se ha convertido, como señalaba antes, en la casa de los líos, o en un caos. Habrá quien sostenga que eso es bueno, en aras de democratizar las decisiones comunitarias con la participación de los eurodiputados, y tendrá razón. Pero también es verdad que este proceso al que obliga el Tratado de Lisboa no es operativo, provoca retrasos y perjudica a los administrados.
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