Fútbol
El carguito
En España hay más de 8.000 ayuntamientos; alcaldes con sueldo y otros que no reciben un céntimo. Filántropos. La gente corriente, sin aspiraciones políticas, se pregunta si Puigdemont habría organizado este esperpento si el cargo de «president» no fuera generosamente remunerado. Probablemente, seguramente, no. También es cierto que de algo tiene que vivir el hombre, ese hombre, y que eso de cobrar los servicios en especias es costumbre ancestral, sobre todo en el ámbito de la medicina rural, allá donde la pobreza era tan ostensible que el paciente ni siquiera podía asumir la iguala.
Para bien o para mal, la de político es una profesión y culquier carguito en la Administración conlleva un estipendio, como ocurre en un sector tan atractivo como el del deporte. Hay quien afirma que es preciso tener mucho cuajo para querer ser presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Que no hay un día libre, que los fines de semana el sitio no está con la familia sino en campos de Primera, Segunda e incluso de Tercera Regional. Servicio es el compromiso, y el rédito, los votos. Por no hablar de los viajes que exige el empleo, una bicoca que deja de serlo al convertirse en costumbre.
Supongo que para ejercer de presidente federativo hace falta vocación... Y ambición. De ahí que los candidatos a la poltrona que ha dejado vacante Villar por imperativo legal sean más de los que lo declaran. Luis Manuel Rubiales se postula oficialmente; otros, Manolo Llorente, Juan Luis Larrea o Emilio García Silvero, no se atreven a dar el paso hasta comprobar la dirección del viento. Y alguno más, como Fernando Hierro, observa y aguarda. La presidencia es otro escalón.
Entre tanto, Javier Tebas va a continuar al frente de LaLiga tras escuchar las jugosísimas ofertas que le han hecho en Italia. Quizá en 2020, al fin de su mandato, cambie de opinión. Es más fácil acercarse a la Premier desde España que desde el Calcio.
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