Martín Prieto
El charrán
El autor del logotipo del PP afirma que el aleteo sobre las siglas se inspira en el vuelo de un charrán y no en el de una gaviota. Hay que tener ojo de ornitólogo para distinguir los leves trazos, pero el Congreso del PP mejora con el cambio de avechucho. En la política española hay que tener mucho cuidado con los pájaros después de lo que le pasó en el escudo nacional al águila de San Juan, el águila de Pátmos, derribada por fascista como si el Apocalípsis fuera una ideología. La gaviota y su hembra la gavina son más propias por ruidosas de las algarabías de Vistalegre y ensucian más que las palomas las urbes marítimas. Además acaban funestamente ya que sus continuas picadas sobre la mar las provocan cataratas y mueren de hambre o traumatismos. El cónclave del PP no ha sido comunista a la búlgara sino tranquilo y previsible como el charrán que lo preside, sin sustos o sorpresas, como se merecen españoles suficientemente atribulados. Para duelos y quebrantos, llanto y crujir de dientes, ya tenemos a toda la izquierda española. Hoy el charrán por antonomasia no es proclive a engordar el cesto de los problemas o inventarlos donde no los hay, y menos desde el Gobierno, así que resuenan por comparación los alborotos fatuos de Podemos semejantes al espectáculo de un concierto de rock con navajazos a la salida. Siendo ambos declarados marxistas-leninistas es una pérdida de tiempo volver al maniqueísmo de Ormuz y Ariman, teniendo a Iglesias por policía malo y a Errejón por bueno, siendo más peligroso este último por su proyecto de camuflarse en el paisaje y proponer el entrismo trostkysta en las instituciones que no otra cosa es su transversalidad. Pablo, que de lo que sabe es de cine, ha ido ofertando diversos principios hasta recalar en un remedo de Lenin con dentadura enderezada y blanqueada. Monedero es la encarnación de Dzerzhinski y refundará la Checa para las purgas que se avecinan en este regreso al pasado. Iglesias se aleja de sus cinco millones, siendo inconcebible que ciudadanos alfabetizados mayores de 40 años suscriban el vacío político, intelectual y conceptual de Vistalegre, y de ahí que su triunfo de entrecasa, asaltando los cielos y pareando la democracia con «la calle», sea un mal menor. Le resta un paso para hacerse falangista. Y en tanto el charrán seguirá siendo especie protegida.
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