Martín Prieto

El color de la Casa Rosada

Domingo Faustino Sarmiento fue un presidente singular de Argentina: periodista, maestro, militar, político, diplomático y, por encima de todo, pedagogo, de los que creen que sin instrucción nada les es posible a las naciones. Viajó como embajador por Europa para estudiar sus sistemas educativos y trasladar lo mejor de ellos al Río de la Plata. El siglo de la independencia argentina fue atroz y durante 62 años el naciente país resultó asolado por cruentas guerras civiles entre unitarios y federales, enarbolando unas enseñas blancas y otras coloradas. Cuando Sarmiento ocupó la sede del Gobierno, a la vieja aduana y al fortín español los pintó de gris blancuzco, ordenó mezclar la pintura blanca de los unitarios con la sangre de los mataderos próximos y el rojo federal, haciendo nacer la Casa Rosada y visualizando la paz entre centralistas y federativos. Sarmiento era un utópico y, cuando consumó su mandato, se retiró a dar clases y después emigró a Chile, escribiendo: «Bárbaros, las ideas no se matan». La calidad del federalismo argentino la evalúa en estos días la cadena de huelgas de varias policías provinciales y la respuesta de la presidenta Kirchner, que se las arreglen como puedan. Argentina es federal, pero, al controlar la Casa Rosada el dinero de las provincias, a la postre el régimen es unitario. Las provincias se vengan y alguna ha depositado sus fondos en Florida, a lo que desde Buenos Aires CFK replica interviniendo a las provincias por minucias o pucherazos. El federalismo y su superación confederal son tan viejos como el anarquismo. Todo lo contrario de la estabilidad de federaciones como la estadounidense o la alemana y, en cercanía, sistemas iberoamericanos como el mexicano, brasilero o argentino. Nuestra voluntarista experiencia federal resultó patética y cómica a partes iguales. Nuestros constituyentes pactaron bajo presión una Constitución federal que no lo pareciera y huyera del apellido. Si Corrientes (al noroeste argentino) tuviera nuestra Constitución no sería independentista. En este mundo el federalismo sólo es un mantra.