Alfonso Ussía
El «Comando Abdicación»
El pasado viernes fue un día de alboroto en los medios de comunicación y redes sociales. «El Rey anunciará esta tarde su abdicación». Con lo sencillo que resulta descolgar un teléfono. Apenas transcurridos treinta minutos, el «Comando Abdicación» principió sus primeros síntomas de abatimiento. «El Rey no abdica. Se opera de nuevo, y será intervenido en Rochester». Salieron en turba los tontos de siempre. «El Rey desprecia el sistema de salud de España y se operará en los Estados Unidos. Cederá temporalmente la Jefatura del Estado al Príncipe». Nuevo golpe. El Rey será intervenido por el doctor gallego Miguel Cabanela de la Clínica Mayo de Rochester (USA) en el Hospital público de La Paz». Su operación en Madrid, en un hospital de la Seguridad Social, derrumbó a los más osados miembros del «Comando Abdicación». No obstante, entre bromas de mal gusto e insultos groseros, el «Comando Abdicación» se mantuvo en sus trece. Cuando sus trece se convirtieron en doce, la frustración del peculiar comando resultó patética. Entonces llegó la segunda andanada, en la que se acusaba al Rey de ser el culpable de la infección surgida en la prótesis de su cadera izquierda, producida por el «staphilococcus aureus», como erudita y acertadamente señala el doctor Bartolomé Beltrán en nuestras páginas. Milagrosamente, nadie se atrevió a felicitar públicamente al «staphilococcus aureus» por fastidiar al Rey, aunque algunos a un paso estuvieron de hacerlo.
El Rey no abdica, no cede temporalmente sus labores de Jefe del Estado, no se opera en los Estados Unidos sino en España, no ingresa en la clínica Mayo de Rochester sino en La Paz de Madrid y al frente del equipo médico estará uno de los mejores cirujanos ortopédicos del mundo nacido en Mondoñedo, Galicia. Un cúmulo de malas noticias para el «Comando Abdicación», tan tostón, latoso y chungo como es habitual cuando interviene. A partir de ahora nacerán las mentiras privadas, que son más divertidas que las públicas. Por ejemplo: «El Rey, emocionado, a solas con la Reina, le dijo: Estoy bastante desanimado. No descarto abdicar en Felipe». Y de nuevo, el «Comando abdicación» dando por buenas las palabras que el Rey le ha dicho a la Reina en la más estricta intimidad. «Si el Rey es intervenido en los próximos días, no podrá presidir los actos ni el desfile del Día de la Hispanidad». Pues claro que no. Es imposible. No es necesario recurrir a «rumores de La Zarzuela» para vaticinar semejante obviedad. Última noticia del «Comando Abdicación». «Fuentes de toda credibilidad nos informan que si el Rey no se siente recuperado en cuatro meses, abdicará». Consuelo y esperanza para el «Comando Abdicación», cuya fundamental característica es que ninguno de sus militantes conocen al Rey ni por asomo.
Desde esta página, le deseo a los médicos acierto y pericia, y al Rey, la mejor suerte. Lo cierto es que no han sido los mejores meses de su vida éstos últimos. Pero el Rey, y lo ha demostrado frecuente e históricamente –hay mucho desmemoriado en España–, tiene un par de cojones, escrito desde el lenguaje de la calle, con la voz castiza y descriptiva que se interpreta por coraje y valentía. A los Reyes de España los pueden echar, pero no abdican por una operación de cadera. Y menos, el que ahora tenemos para nuestra fortuna.
Así que me permito invitar a los miembros más destacados del «Comando Abdicación» a que esperen un poquito más, o un bastante más, o que se disuelvan, porque el Rey no abdica, se opera en Madrid y no hay tu tía. En los hospitales privados de los Estados Unidos ingresan otros por motivos menores.Y ya saben los lectores a quiénes me refiero. «Arriba los pobres del mundo, en pie famélica legión».
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