Toni Bolaño

El convidado de piedra

Gurb fue una creación del magnífico escritor catalán Eduardo Mendoza. Como no entendía nada de aquella España en la que su nave cayó a finales de la década de los 80, el marciano Gurb prefirió pasar desapercibido travistiéndose de Marta Sánchez. Mendoza lo elevó a los altares –que a él siempre le han negado en su tierra por escribir en castellano– de la sátira sobre una sociedad que cerraba las puertas de la transición para abrir las ventanas del progreso y la democracia.

Gurb escogió quedarse en ese país complejo y dejo «Sin noticias de Gurb» a sus compatriotas marcianos. En esa época existía un Partido Socialista omnipresente en todos los rincones. Hoy, 30 años después, el PSOE sigue estando pero, como no entiende nada de esta España, ha decidido travestirse de inoperancia, ineficiencia y aletargamiento. Se ha encerrado en sí mismo ajeno a lo que pasa en los barrios, pueblos y ciudades. Hoy estamos «Sin noticias del PSOE», un partido que no es ni sombra de lo que era y que no sabe que quiere ser en el futuro más inmediato.

El PSOE de Rubalcaba tiene miedo de centrifugarse y sacar lo bueno de sus esencias. El secretario general y el aparato –herido por múltiples descalabros– han apostado por cambiar para que nada cambie. Dejar todo atado y bien atado para que el futuro PSOE no se aparte ni un ápice de la esclerosis que lo atenaza, aunque sea manteniendo huérfanos a miles de ciudadanos que han decidido darle la espalda.

El Consejo Territorial de ayer es un buen ejemplo de la parálisis. La dirección anuncia grandes debates y nuevas propuestas pidiendo un tiempo que el PSOE no tiene, ni tienen los ciudadanos que ven cómo lo que tanto ha costado construir se está derrumbando como un castillo de naipes. Por culpa de la crisis o no, la sociedad se está refundando y el PSOE permanece ajeno a los cambios que se generan a la velocidad de la luz.

Ciertamente es un problema del conjunto de la socialdemocracia que ha visto como su modelo saltaba hecho pedazos por una recesión económica. Pero, sin duda, también es un problema de liderazgo. Rubalcaba ha sucedido a su nieto en una sociedad en la que los nietos son los que están imprimiendo su molde para construir un incierto futuro. Está en fuera de juego, pide una prórroga que no tiene y, desfondado, se niega a ceder el testigo. Estamos «Sin noticias del PSOE». Se ha travestido en «El convidado de piedra».