Alfonso Ussía

El cubo

En los tiempos de mi juventud, eran dos los grandes negocios de Óptica en España. «Cottet» y «Ulloa Óptico». La segunda marca se anunciaba en las carreteras, bien con carteles, ora con pintadas estratégicas en lugares elegidos. Publicidad añeja. Camino de Burgos, en la sierra de La Cabrera, un enorme pedrusco servía de sostén al mensaje: «Ulloa Óptico». Y se repetía en otra enorme roca redondeada en Pancorbo, rumbo ya a San Sebastián. A Antonio de Lara «Tono», el genial autodidacta, le habían extirpado un cálculo de un riñón. Dicen que el cólico nefrítico es torturador y sádico. La piedra no pudo salir y le practicaron la cirugía. Antonio Mingote acudió a la clínica a visitarlo. «¿Era grande la piedra?», le preguntó al paciente; «figúrate lo grande que era, Antoñito, que ponía ''Ulloa Óptico''».

Existen gafas para la vista y tendrían que existir gafas para la mente. Hay invidentes que ven mucho mejor que los que gozamos de la vista, porque el uso de la inteligencia es una manera de sustituir la desventaja de la negrura. Desconozco si Beatriz Talegón, esa chica del PSOE tan contestada y puesta en cuarentena por su propio partido, es miope o hipermétrope, pero no cabe la menor duda de que puede ser tonta. No afirmo que lo sea, pero lo parece. Beatriz Talegón adelanta excesivamente sus propósitos y terminan por bloquearla. Que si se presenta a las primarias, que si el PSOE no tendría que haber renunciado al marxismo, que si patatín o que si patatán. Pero su última visión ha superado con creces sus oscuridades previas. Beatriz Talegón ha afirmado que detrás del movimiento del 15-M, de los llamados «indignados», está la malvada derecha liberal. Ha conseguido que los «indignados» se indignen con ella, y ha recibido toda suerte de mensajes poco recomendables para el sosiego. Esta joven socialista de proyección internacional se mete en todos los charcos. Figúrense la Plaza Roja de Moscú, inmensa, bellísima. Frío y madrugada. No hay rusos ni turistas. Pero en el centro de ella, una trabajadora de la limpieza, llamémosla Irina Fiodorova, pule con una fregona una baldosa que está algo más sucia que el resto. En esas estamos cuando Beatriz Talegón, que ha asistido al XXXVIII Congreso de Jóvenes Socialistas Con Afán de Superación Solidaria, aparece por la esquina de la Plaza Roja donde se ubicaban los Almacenes Gum. Se le ha hecho tarde y va camino del Hotel Metropol, que es de esos hoteles carísimos que no le gustan nada pero duerme y desayuna divinamente en ellos. Beatriz camina por la Plaza Roja sólo compartiendo espacio con Irina Fiodorova, que ultima su limpieza. El cubo con el agua pútrida esponjada por Irina cumple con su obligación estática sobre el suelo. Irina, no obstante, advierte que la aparecida viandante camina inexorablemente hacia el cubo. Pero la Fiodorova no es mujer de amabilidades y no advierte a Talegón de la existencia del cubo con agua. En resumen, y para no alargarme. Que Beatriz Talegón introduce la pierna derecha en el cubo para gozo de Irina Fiodorova, que se lo cuenta al día siguiente a todas sus amigas y compañeras de trabajo, alguna de las cuales tienen que ser ingresadas por espasmos carcajeantes.

Le recomiendo a la joven esperanza roja que abandone el PSOE y se afilie al PCE, que mantiene su fidelidad al marxismo-leninismo e incluso al estalinismo con notable lealtad. Y que encargue unas gafas mentales. Porque decir que el movimiento del 15-M es una invención de la derecha liberal no tiene pase. La derecha liberal no es tan inteligente.