Fichajes

El escudo

La Razón
La RazónLa Razón

Alfonso (Pérez) deslumbró en la cantera del Real Madrid, hizo una escala en el Betis, por el empecinamiento de Lopera y la perentoria necesidad de liquidez madridista, aterrizó en el Camp Nou besando el escudo del Barça porque su color era el azulgrana «desde pequeñito», jugó cedido en el Olympique de Marsella y colgó las botas en el Benito Villamarín.

Neymar pasó un reconocimiento en Brasil con el Madrid, pero mediante una operación rocambolesca, con más trampas que una película de indios, desembocó en el Barça, donde siempre quiso jugar, decía. Según revela «L’Equipe», la perla de Mogi das Cruzes estuvo más cerca este verano de las orillas del Sena que de la rivera del Llobregat. Su papá alcanzó un acuerdo con el PSG para que abonara la cláusula de rescisión del niño, negoció una ficha de 40 millones netos por temporada y a medida que se acercaba a París y veía más clara la pancarta de meta fue exigiendo más y más condiciones. La que rompió el acuerdo, un pago de 45 millones como prima de fichaje para saldar cuentas con el fisco brasileño. El jeque frenó, dio marcha atrás y «Ney», que logró hace una semana que el Barcelona ampliara su contrato, le subiera la cláusula de rescisión hasta los 200 millones –antes, 190– y asumiera un salario anual de 25 millones limpios, continuará abrazándose a Messi y a Luis Suárez cuando cualquiera marque un gol y lo celebrará junto a la afición del rival mientras la insulta.

Si el secreto que han destapado en París es cierto, a los Neymar les queda por saldar todavía una pella de 45 millones por envidar al fisco de su país con las cartas marcadas. ¿Se hará cargo el Barça del pufo? El misterio prevalece, como la manía de determinados futbolistas de besar el escudo de cada camiseta que lucen. Apóstatas.