Restringido

El «estratega» Luena

La Razón
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Conforme pasan los días, el PSOE muestra más el jaleo en el que vive. Nadie es capaz de augurar los pasos de Pedro Sánchez, enfrascado en una pelea con réplicas y contrarréplicas de los suyos que le complican marcar la línea política. De poco sirve acudir a un almuerzo «discreto» con Mariano Rajoy si lo único que se extrae del mismo es una acción concertada por unas horas, antes de verse forzado por las contradicciones internas a volver a la sempiterna batalla de los ataques al Gobierno, incluso cuando estamos ante algo tan preocupante para la mayoría de los ciudadanos como la secesión de parte de España.

Lógicamente el secretario general del PSOE puede sentirse molesto por la amplia cobertura de las citas de Rajoy con Albert Rivera y Pablo Iglesias, con los protagonistas exponiendo en público sus planteamientos, porque así lo solicitaron. Por cierto, a diferencia suya. Fue Pedro Sánchez quien buscó una reunión «sin alardes» con Rajoy. Y se equivocó. Lo hizo aconsejado por César Luena, que temía que la imagen de unidad con el líder del PP provocase el rechazo del socialismo, como ya ocurrió en Ferraz tras sellar el pacto de Estado contra el terrorismo yihadista.

Luego, viendo el error estratégico, el líder socialista ha buscado marcar un perfil propio. Eso sí, con tan poca originalidad que meramente se ha quedado en tópicos tales como acusar al presidente del Gobierno de inmovilista o de ser «una fábrica de independentistas». Mal camino. Porque se empecina en el error. Mientras, marcando las diferencias, Susana Díaz, cargada de olfato político, ha dejado constancia de que ella va a estar «por la unidad de España» y «siempre al lado del Gobierno en la defensa de la Ley y de la Constitución». Y ha advertido en clave interna de que «siempre voy a arrimar el hombro y lo voy a defender dentro de mi partido».

La virtualidad que tienen esas palabras de la presidenta andaluza, fuera o no su propósito, es dejar a su secretario general en tierra de nadie. Además, ya no se le puede escapar ni al más distraído que el PSOE vive tan profunda división que no permite a sus barones territoriales mirar el futuro más allá del 20-D. Y lo más negativo para Pedro Sánchez, claro, transmitir la imagen de que si en otoño le cae granizo encima... en invierno, cuando llegue el frío de verdad, puede estar congelado.