Restringido

El globo terráqueo iluminado

Adolfo Suárez tenía sobre la mesa de su despacho en La Moncloa un globo terráqueo iluminado y una excelente foto de las Islas Canarias, tomada desde un satélite, que demostraba su extraordinario valor estratégico y su vulnerabilidad en el costado de África. Al presidente le ocupó mucho tiempo de su mandato la política exterior. De entrada, se rodeó de tres inteligentes diplomáticos. No es, por tanto, extraño que a su funeral de Estado haya acudido una nutrida representación exterior, y que los medios de comunicación de todo el mundo hayan reconocido estos días su papel fundamental en la democratización de España y en su apertura al mundo. Bajo su presidencia, España se abrió, en efecto, al mundo. Suárez descubrió, por ejemplo, el valor estratégico del estrecho de Ormuz, por el que pasa gran parte del abastecimiento de crudo, y los mismos que tanto le denigraron, con su lucidez característica, hicieron entonces chistes y chirigotas de este descubrimiento suyo. Ahora ha sido el presidente Obama el que acaba de subrayar expresamente la importancia de Ormuz. Si hubiera que destacar un viaje al exterior del presidente Suárez, seguramente figuraría en primer lugar la visita al presidente Carter, que convirtió a Suárez en interlocutor privilegiado para el intrincado asunto de Oriente Medio, con el consiguiente disgusto de Giscard d'Estaing, que despreciaba al joven político de Ávila y con el que Adolfo Suárez nunca llegó a entenderse. Un día le dijo al Rey que se negaba a volver a verse con el prepotente presidente francés. Por esa y otras mil razones, la representación norteamericana en el funeral no ha estado a la altura de las circunstancias. Con Hassán II llegó a boxear figurada pero fieramente, una tarde lluviosa de enero en La Zarzuela; con el poderoso Gromyko acabó hablando de fútbol mientras impulsaba la «ostpolitik», y con Pablo VI se entendió tan bien que llegó a verse con él una vez en secreto en pleno periodo constituyente. Ahora, desde más allá de las estrellas habrá visto, con inmensa curiosidad, el verdadero globo terráqueo iluminado, azul y hermoso, perdido en la inmensidad de las galaxias.