Julián Cabrera
El «incorrecto» Maroto
Hay políticos que suelen mostrar en la valentía de sus declaraciones lo que se dice y se piensa en la calle aunque no sea políticamente correcto. También los hay que hablan de lo que supuestamente dice y piensa la calle en la convicción de que eso les va a resultar políticamente correcto. Unos abren la boca a golpe de convicción, otros a golpe de demoscopia.
Entre los primeros y junto a un elenco bastante más amplio de lo que pudieran pensar los enemigos de la «casta», se encuentra el alcalde de Vitoria, el popular Javier Maroto al que desde la izquierda y especialmente desde organizaciones pro derechos sociales se le ha clavado el diente por uno de los flancos que más se prestan a la crítica política, el del presunto racismo y xenofobia.
Maroto acumula una más que nutrida hoja de servicios que han venido haciendo las delicias de sus detractores amigos de los papeles para todos y los efectos llamada, tal vez porque considera que el término «solidaridad» y una justa gestión de los dineros de todos no tienen porque ser incompatibles, algo que acaba siendo políticamente poco correcto.
Con todo el reconocimiento a la labor de organizaciones como SOS Racismo conviene centrar el debate. Si el alcalde de Vitoria o cualquier otro prohíben el baño de mujeres vestidas en piscinas públicas, no es un ataque a las musulmanas, de igual manera que en el episodio más reciente, aumentar el control sobre los dineros destinados en metálico para dar alimento a inmigrantes evitando duplicidades y picarescas, no es racismo, es garantizar productos de primera necesidad y no un modo más de vida clientelar. Los inmigrantes que permanecen en nuestro país merecen solidaridad, pero no ser utilizados como arma política.
✕
Accede a tu cuenta para comentar