Cristina López Schlichting

El insulto a la inteligencia

La Razón
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Dice José Antonio Pérez Tapias, que se enfrentó en las primarias a Pedro Sánchez, que «la pregunta formulada a la militancia socialista sobre la política de pactos es un insulto a la inteligencia». No hace falta ser muy lista para coincidir con él: «El PSOE –rezaba lo planteado– ha alcanzado acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?». En pocas palabras: «No te digo con quién pacto, pero tú dame carta blanca». Más allá de Ciudadanos, intuimos acercamientos del Partido Socialista al PNV y Coalición Canaria, pero vete tú a saber si hay tejemanejes con Ezquerra, Democracia y Libertad o hasta Podemos. No me desmayaría si, después de los ataques de cuernos y aspavientos por los que Pablo Iglesias ha llamado «pacto de derechas», éste cierra un acuerdo con el PSOE para antes del 5 de mayo y Sánchez se presenta de nuevo a investidura. La pregunta realizada a las bases socialistas era de bobos, es verdad. Y, además, deshonesta, porque constituía en realidad un referéndum «sport» sobre el liderazgo de Pedro Sánchez, tantas veces cuestionado por los barones. Ha sido una estación intermedia de cara a las primarias del PSOE. Mañana, el comité federal protagonizará la segunda estación, al ratificar con toda probabilidad estos resultados. Hay que reconocer que el dirigente socialista ha utilizado magistralmente el tiempo postelectoral para hacer campaña interna. Primero, colocándose los focos sobre la cabeza al aceptar el encargo de investidura del Rey. Segundo, acercándose a Podemos para encandilar a la izquierda; tercero, pactando con Ciudadanos hasta resituarse en el centro. Cuarto, «consultando» a las bases. Todo un camino de Sánchez hacia el liderazgo real del partido, que no incorpora aportación política alguna, pero revela un dominio magistral de los tiempos y de la imagen. Me temo que a eso ha quedado reducida la política española: tiempos e imagen. Ni a los dirigentes ni a los votantes les importa demasiado el programa; lo que importa es el ángulo del escenario. La izquierda, bien lejos de la derecha; la derecha, bien lejos de la izquierda; el centro, equidistante en la nada. Todo se dirime en torno a este etéreo juicio superficial. Iglesias dice que el pacto PSOE, C’s es «de derechas». El PP dice que es «de izquierdas». Rivera quiere hacer de puente... ufff. Pregunten en la calle qué dice cada partido, no ya de los impuestos, sino de la educación de los hijos o de la unidad de España. Nadie sabe nada. Es como si el juego de los espejos hubiese sustituido la preocupación por lo real, como si juego de poder se hubiese impuesto sobre la posibilidad de mejorar las cosas. No es nada alentador y, sobre todo, denota un cinismo que constituye un inmejorable caldo de cultivo para los totalitarismos. Hagamos un esfuerzo por volver a las cosas de comer y «de vivir».