Martín Prieto

El mago de Oz

La Razón
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Politólogos aprecian que Pedro Sánchez estuvo bien en el último debate porque fijó a una militancia socialista hoy veleidosa y marcó distancias con los partidos emergentes. La televisión, como el sueño de la razón, crea monstruos, y ese análisis se asemeja a aquello de que «como sé que te gusta el arroz con leche por debajo de la puerta te hecho un ladrillo». La representación de Sánchez fue la del Mago de Oz, todo truenos y centellas para impresionar al gentío con su bravura y sus poderes, resultando un pobre artificiero de efectos especiales con mucha mercadotecnia para las redes sociales, todo ello urdido por el peor equipo de imagen de esta campaña, empeñada en remedar la primera de Obama. Desde hace meses apuntaba maneras el perillán con una sobreactuación quizá debida a que habla en público con un ojo en su correligionaria Susana Díez y el otro en unos compañeros de su Ejecutiva Federal que ni le vieron ni le consideran como líder del PSOE porque está poco hecho, y debiéndolo todo a los votos del domingo le está saliendo musculatura facial gestualizando hasta los «buenos días» en un patético intento de aparentar firmeza, convicción, seguridad y poderío. Debía aprender de Hollande que no se altera ora le arrasen París o intercambie sus mujeres. Era inevitable que acabara confundiendo un «set» con un cuadrilátero. Si te formula la primera pregunta un impávido «moderador» e impones un exordio atropellado ya queda claro que llevas una herradura en el guante y que no vas a hacer juego de piernas.

Mariano Rajoy es un gran parlamentario; cuando lee un discurso desde el arengario aburre a los cristianos, pero en las dúplicas o las réplicas, improvisando, es temible su ironía que aturde pero jamás descalifica al adversario. Ni Felipe González ni el melifluo Zapatero podrían imaginarse a un candidato de su partido insultando explícitamente a su adversario y Presidente en funciones. Pero para el Mago de Oz toda la corrupción es Bárcenas y no puede recordar los ERE andaluces (la mayor Corte de los Milagros desde los Reyes Católicos) ni que un Gobierno socialista fue el único en democracia en meter a la gente en cal viva. Pero dejemos el «tú más»; lo que inspira más miedo que el pobre Oz es el aparente entendimiento de don Pedro de que la crisis ha terminado y es hora de dispendios. Mezcla el muchacho del hombre de hojalata anancefálico y el león cobarde. Gran película.