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El pacto que busca Sánchez no es con Rajoy

La Razón
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Mariano Rajoy salió de su ronda de contactos con Pedro Sánchez por un lado y con Albert Rivera por otro casi tal y como entró. Al menos, si hacemos recuento de los diputados que le apoyarían en una sesión de investidura. La situación parece prácticamente la misma, pero en La Moncloa son optimistas porque el tono con ambos líderes fue mejor de lo inicialmente previsto. Además, su encuentro con Rivera sirvió para desbrozar un camino que se empieza a andar y que los mandatarios populares observan con optimismo.

«Todo a día de hoy», aseguran, «contribuye al diálogo». En el caso de Sánchez parece más una cuestión de tiempos, y sin embargo en el entorno de Rajoy se le ha dado relevancia. Y es que el presidente ha elevado la presión pública sobre ambos interlocutores, claro, pero de forma particular sobre el secretario general del PSOE, consciente de que éste debe lidiar con su debate interno. Con Rivera abierto a una negociación para acordar las cuestiones económicas más urgentes e ir de la mano en la defensa de la unidad nacional, todo pasa por volcarse en llevar a los socialistas hacia la abstención. Tarea nada sencilla, por cierto. Génova conoce de forma directa, por importantes cargos del PSOE, que hasta el 25 de septiembre, cita de las elecciones vascas y gallegas, Sánchez tiene las manos atadas al «no» a Rajoy si no quiere «dejar a los pies de los caballos» a sus fieles barones Idoia Mendía y Xoaquín Fernández. Estos cargos socialistas han informado discretamente a miembros de la cúpula del PP de que la fecha elegida por Íñigo Urkullu para convocar las elecciones en el País Vasco, a la que luego se sumó también Alberto Núñez Feijóo en Galicia, ha venido a complicarlo todo aún más. Porque cualquier movimiento del PSOE para desatascar el camino del PP hacia la investidura antes de esas citas electorales dejaría, sin tiempo para la reacción, el campo libre a Podemos y sus confluencias. Mientras, en La Moncloa mantienen que el presidente seguirá enarbolando su victoria cuantas veces haga falta y defenderá como lista más votada la «seriedad y sensatez» de su objetivo de gobernabilidad sin que pueda haber otra alternativa «razonable». Entre bambalinas, Rajoy ha buscado aliados entre históricos del PSOE para lograr «ablandar» a Sánchez. No fue casual el espaldarazo de Felipe González reclamando un Gobierno del PP en minoría. Pero ahora Rajoy sabe de primera mano que Sánchez «está decidido a resistir». En buena medida, según señalan fuentes fiables socialistas, el secretario general del PSOE se está jugando su razón de ser. Y anda molesto, ahora también con Rivera por haber renunciado a su petición de que Rajoy no sea el candidato. Pero sobre todo anda muy molesto con su círculo de confianza por haberse dejado comer la tostada en la negociación para la Mesa del Congreso. Sánchez está obsesionado con Pablo Iglesias y ansioso por lograr un pacto con los barones que le permita defender con garantías su secretaría general en un congreso federal. Este es el pacto que añora Sánchez a día de hoy. Su drama actual es saber que si insiste en dificultar el camino a Rajoy, unos se lo van a hacer pagar muy caro. Pero si, por el contrario, facilita su investidura, serán otros, los más afines, quienes se lo reprochen. Esa es la encrucijada en la que se encuentra el «número uno» de los socialistas. De ahí también su interés por pasar un tiempo retirado de los focos, eludir la exposición y evitar las respuestas incómodas. Días complicados para Pedro Sánchez: todos mirando si deshoja la margarita y aclara el futuro de España.