Rosetta Forner
El poder de las creencias
Las creencias determinan el cómo vivimos y abordamos la realidad, y nuestra especie humana lleva macerando durante siglos anclajes psicoemocionales y espirituales sobre el tema de enterrar a sus muertos. La conciencia de una persona parece descansar si sabe dónde está, al menos, el cuerpo, de ese ser que en vida tanto amó.
Los cristianos dan sepultura a sus seres queridos, mientras que los hindúes queman el cuerpo del difunto. Costumbres basadas en creencias, o quizá sea al revés. Los padres de Marta del Castillo necesitan enterrar a su hija para descansar, y ahora tenemos a la familia de Ruth y José pasando por semejante agonía. Porque agónico debe ser para el alma no saber dónde está tu hija o si esos restos son o no los de tus hijos.
La Ley debe hacer su trabajo aunque comprenda la postura de la familia, ahora bien, «el dolor de una familia no alcanza a comprenderlo la Ley, por justa que sea».
Como experta en PNL (Programación Neurolinguística), sé que las creencias nos ayudan a superar situaciones y a sanar, lo mismo que nos hunden en la miseria. Por eso la creencia o fe en «algo superior», llamémosle Dios, suele ser bálsamo para el alma dolorida que no comprende el por qué le tiene que tocar pasar por ciertas situaciones.
Sinceramente, yo tampoco comprendo por qué unos seres humanos han de hacer tanto daño a otros. ¿Por qué un padre o una madre le arrebatan la vida a un hijo? Entre mis creencias no figura la de pensar que ésto es un valle de lágrimas. Sin embargo, sí creo que todos tenemos un ángel de la guarda que nos abraza en los momentos de desesperación y nos reconforta. Desde aquí le envío el mío a la madre de Ruth y José para que la abrace y de fuerzas.
Nadie debería tener que pasar por algo así. Como «coach» la ayudaría a que ella hiciese un entierro «virtual» o un «ritual» que le proporcionase paz y consuelo, reencuadrando la situación. Nuestra mente, afortunadamente, acepta lo que le damos, por eso somos capaces de sobreponernos a eventos trágicos y hacer milagros. Ella les ha perdido aquí en la tierra, pero no en el cielo.
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