Política

Pilar Ferrer

El poder del acierto

El poder del acierto
El poder del aciertolarazon

Los buenos políticos suelen cumplir una norma franciscana: primero, empieza por hacer lo necesario. Después, lo posible. Y acabarás logrando lo imposible. Mariano Rajoy es un avezado alumno del Santo de Asís, y lo ha demostrado con creces. Llegó al Gobierno en un momento muy difícil y se movió entre la prudencia y la contundencia. Es un líder rocoso, a quien nadie altera su hoja de ruta. El hombre necesario para hacer todo lo posible y lograr lo que muy pocos creían. Impedir que España fuera rescatada; reformas, ajustes, freno a la sangría del paro y recuperación económica. Tiene las cualidades exigidas. O sea, habla poco, gesticula menos y actúa sin presiones. Rajoy, en estado puro.

Arropado por una excelente encuesta del CIS, que otorga un magnífico resultado al PP, por encima de cualquier vendaval, habló en Córdoba, ante los cuadros de su partido, fiel a su estilo. Estamos en el buen camino, pero queda trecho por recorrer. Rajoy es muy diferente a su antecesor, que esta semana quiso «tomar nota» de ciertas ausencias, altamente aireadas por espúreos intereses. Aznar tiene el síndrome de un ex presidente y oscila entre la miel y la hiel. Entre la dulzura de su gestión, con ese «equipazo», del que también Mariano formó parte, y un poquito de bilis hacia el sucesor. Pero el actual inquilino de La Moncloa no se pavonea ante los éxitos y deglute con maestría cualquier amargura. Ello exaspera a sus adversarios y le hace incombustible.

Es demasiado compleja la situación del Gobierno, los retos que tiene por delante, como para perder el tiempo en divisiones vagas; Bárcenas varios, y voceros mediáticos empeñados en el desastre. El barómetro del CIS revela que, pese a las medidas, a veces duras e impopulares, los ciudadanos valoran y confían en ellas. El hombre tranquilo está acertando. Los resultados, son el mejor eslabón de su poder. Saber lo que es justo, y no hacerlo, es la peor de las cobardías humanas. Lo dijo Confucio y lo practica Mariano Rajoy. Aunque a algunos les irrite. Lo llevan crudo.