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El proyecto europeo, amenazado
¿Qué impacto tendrá el «grexit» en el proyecto europeo? ¿Afectaría más a los países del sur de la eurozona que al resto? ¿Descubrirían las negativas consecuencias de esta solución?
Estas cuestiones se han repetido insistentemente en las últimas semanas, y especialmente en los últimos días. La decisión del Gobierno griego de celebrar hoy un referéndum es tardía y podría ratificar el fracaso del proyecto político de Tsipras. Con su Gobierno, los ciudadanos griegos esperaban encontrar una salida diferente a la crisis que se alejara de la austeridad. Y por diferentes razones y desde diferentes perspectivas, muchos partidos en los Estados miembros de la UE estaban ganando fuerza gracias al experimento griego.
Pero los pobres resultados económicos y las dificultades en la negociación con las instituciones europeas han enfriado el entusiasmo levantado por el primer Gobierno que se ha declarado abiertamente enemigo de la austeridad en la UE. En una visión general, esto nos puede llevar a considerar que la solución del «grexit» será un golpe en la cara de una ya aturdida Europa. Aunque no está prohibida en los tratados, el regreso de Grecia a su moneda nacional puede ser percibido como un gran fracaso del proceso de integración europeo. Las consecuencias políticas son incluso más graves que las económicas. De hecho, todo el proyecto de la UE podría verse afectado por el «grexit». La inestabilidad será el resultado indeseado tanto a nivel interno como externo.
El atractivo de la Unión Europea y los recursos de su «poder blando» sufrirán con esta pérdida. Euroescépticos y populistas ganarán más poder en otros países de la Unión, y el papel de Bruselas a nivel internacional se reducirá por pérdida de credibilidad.
Las instituciones de la UE serán acusadas. Entre ellas el BCE porque sólo se centra en la estabilidad de precios y la baja inflación, misión distinta de la Fed en Estados Unidos, que tiene como principal objetivo la reducción del desempleo. Una diferencia capital en tiempos de recesión y de paro grave en muchos países de la UE.
Algunas de las medidas de austeridad funcionan, otras no. Como señaló el científico Luca Ricolifi, «bueno» es fomentar la competitividad en tiempos de austeridad, «malo» es que la austeridad alimente más aún la deuda pública para los países que se juegan el equilibrio en un juego de dominó.
Una interpretación podría preverse en la relación positiva entre la democracia y la economía de libre mercado.
En 2007-2008, los PIGS (países «ejemplo»), que tenían en su macroeconomía desequilibrios. Irlanda y España sufrieron una burbuja inmobiliaria; Italia tenía una deuda pública enorme; Portugal, un déficit impresionante en la balanza comercial. Grecia presentó todos estos desequilibrios al mismo tiempo. En ese momento la idea de una política prodéficit promovida por Alemania habría sido una solución, aunque no fue aprobada ya que era muy arriesgado. El buen funcionamiento del área monetaria y los desequilibrios en una región sólo se resuelven con la participación de las otras regiones. Estas ayudas deben adoptar el modelo de una economía de mercado que funcione bien.
Después de la crisis de 2007-2008, los países PIGS hicieron su propia interpretación de las medidas de austeridad, que anteriormente había propuesto la UE, donde países como Irlanda se negaron a subir la imposición fiscal a las empresas. Lo que dio como resultado la reducción de la presión fiscal total, disminuyendo así el gasto público y la imposición económica del Estado. Ahora el pronóstico de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para Irlanda es de un crecimiento de un 3% a un 4% por encima de la media de la zona euro. España hizo lo mismo con respecto a la presión fiscal a la empresas, pero falló en la reducción de su gasto público. El pronóstico de la OCSE para España es del 3% en 2015. Incluso Portugal e Italia han obtenido ya sus primeros números positivos en la balanza exterior, a pesar de que el peso del sector público en la economía aumentó seis puntos en el primero y en ocho en el segundo. El pronóstico OSCE para ambos es positivo para el año 2015, en torno al 1%.
En cuanto a Grecia, la política de austeridad de Atenas ha sido la opuesta a la implementada por Dublín. El impuesto general a las empresas aumentó cinco puntos, al igual que el gasto público, con la consecuencia de tener un incremento de 10 puntos de interposición del Estado en la economía. Con respecto a la balanza comercial, Grecia es de los únicos países de la UE en el que sigue siendo negativa.
Hoy en día, la situación en la UE es parcialmente diferente. Las reformas de los últimos años suponen una red de credibilidad para los países del sur, algo que pueden utilizar para defender su estabilidad. Sin embargo, todavía no sabemos qué va a pasar si la especulación vuelve a operar en el país heleno. En países como Italia, las reformas acaban de empezar y sólo tras completarse el proceso legislativo, por lo tanto aquí es pronto para apreciarlos. La realidad es que muchos de estos países continúan siendo muy frágiles y no pueden neutralizar los movimientos especulativos financieros.
Cuando la élite política reclama más espacio para la política de la UE y menos energía para los tecnócratas, deben asumir el riesgo de defender su posición, como está haciendo Tsipras, incluso arriesgándose a fracasar y perder el consenso electoral y con ello el poder. Por el contrario, la posición común es pedir más poder sin una política europea que tenga una red y una alternativa en mente. Si los países del sur de la UE siguen el ejemplo del Gobierno de Irlanda, reformando la economía, es probable que la salida de la crisis sea relativamente fácil. De otra manera, el riesgo del «grexit» puede ser seguido por una destrucción real del proyecto europeo.
Domenico Fracchiolla/Departamento de Ciencia Política. Vicedirector del Laboratorio de Análisis políticos y sociales Luiss-Guido Carli
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