Iñaki Zaragüeta
El PSOE y la Junta, en vilo
Nadie se atreve a aventurar dónde se detendrán las imputaciones en el «caso de los ERE» de Andalucía, el mayor escándalo de corrupción conocido hasta ahora en la utilización del erario. Hasta los defensores de Manuel Chaves y José Antonio Griñán ya dudan que puedan irse de rositas. Más aún, son muchos los que relacionan la «espantá» del actual presidente andaluz –anunció que no volverá a presentarse a la reelección– con la deriva que pueda tomar la instrucción de la jueza Mercedes Alaya que, como dice mi amigo Rogelio, «ha tardado pero ha traído buena leña».
¿Cuándo va a acabar todo esto? Es la pregunta que tiene en vilo al PSOE y al Gobierno sureño al comprobar el peligroso viraje protagonizado por la magistrada con la imputación de la que fue consejera de Economía y Hacienda de la Junta durante una década, Magdalena Álvarez –¿Por qué se la envió Chaves a Zapatero?–, y prácticamente a la vez, de Antonio Lozano, un factótum de la presidencia andaluza y auténtico poder fáctico en su entramado y en el del PSOE. Indudablemente, la organización de Rubalcaba ha visto hecha añicos su estrategia sobre el «caso Bárcenas» por más empeño que ponga alguna cadena de televisión.
Uno alucina al comprobar cómo suenan las voces socialistas defendiendo la presunción de inocencia de todos estos protagonistas relacionados con la mayor depravación en el uso del dinero público, cuando queda demasiado cerca la negación de este derecho en otros asuntos de mucha menor envergadura pero relativos al PP. ¡Qué lejos queda en nuestras vidas aquel pensamiento «los políticos honrados se quitan de en medio cuando cae sobre ellos la sospecha»! Así es la vida.
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