Ely del Valle
El «pulpo» Granados
Levantado el secreto del sumario de la «red Púnica» poco más sabemos más allá de lo que ya se conocía. El andamiaje de adjudicaciones y chanchullos supuestamente organizado por Francisco Granados –cuya principal virtud era, por lo visto, ser capaz de ir de tertulia en tertulia hablando de ética y moral mientras recogía bajo mano los frutos del entramado que mantuvo durante años–, fue creciendo al mismo ritmo que el trajín de cuentas en Suiza y en Singapur, y a estas alturas parece que el juez ya tiene suficientes indicios como para constatar que tenía más afluentes que el Amazonas –92, de momento–, todos nutriéndose de un notable caudal procedente de dinero público. Granados, de cuya habilidad para organizar partidas de mus en su residencia de Estremeras hay documento gráfico, no le hizo, por lo visto, ascos a nada: sus «negocios» paralelos abarcaban presuntamente desde el cobro de comisiones por la construcción de colegios hasta la adjudicación irregular de servicios de eficiencia energética; una nutrida cartera de «oportunidades» empresariales que simultaneó con los cargos institucionales que le servían al mismo tiempo de tapadera y de llave. Todo muy bien organizado hasta que la avaricia le desfondó el saco desmontándole de un solo golpe el quiosco y la reputación.
Al juez Velasco le ha llevado nueve meses atar todos los cabos sueltos para poder reconstruir una madeja que salpica a ayuntamientos de cuatro comunidades autónomas. Granados, como es de rigor, mantiene su inocencia, pero los pinchazos telefónicos que se le hicieron durante meses cantan por bulerías. Dice el sumario, que ya ha dejado de ser secreto, que le rendían pleitesía todos aquellos a los que benefició en su propio beneficio. Lógico. Lo triste es que otros muchos también le bailaron el agua sin sospechar que el avispado ex alcalde, ex consejero y ex secretario general les estaba colando un pulpo de 92 tentáculos como político honrado y eficaz.
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