Sevilla

El ratoncito Pérez

El ratoncito Pérez
El ratoncito Pérezlarazon

Ya lo sé. El bloguero que no tiene nada mejor que hacer que puntualizarme me tachará de ignorante por confundir la almohada con el colchón, de la misma manera que la pasada semana me recordó que la expresión popular no es poner mirando a Toledo, sino a Cuenca, cosa que es cierta. Él sabe de eso mucho más que yo. Al enterarme de que al sindicalista-conseguidor de los ERE andaluces, Juan Lanzas, le descubrieron ochenta mil euros dentro del estuche de una máquina de escribir debajo de la cama, mi primer pensamiento fue para el ratoncito Pérez, que bajo la almohada dejaba, en los lejanos años de mi infancia, la nada despreciable cantidad de un duro cuando se te caía un diente. No hay constancia de que al ugetista Lanzas se le haya caído nada, ni siquiera la cara de vergüenza, pero la cuestión es saber si esos euros, que traducido a duros son tantos que hubiera sido imposible camuflarlos bajo la almohada, llegaron allí con el conocimiento del ratoncito Pérez. Pérez Rubalcaba, por supuesto, y su ratoncito delegado en Andalucía, José Antonio Griñán. Ambos miran hacia otro lado mientras el escándalo de los ERE hace palidecer el resto de golferías que adornan la vida española. El saqueo de fondos públicos tiene tal entidad que no se entiende cómo los indignados de plantilla no colocan pasquines y fotos en las sedes de los socialistas andaluces, como hacen con los miembros del PP a los que acosan desde la más absoluta impunidad. Pero ya se sabe que, desde que se instauraron el «pásalo» y las concentraciones «espontáneas» frente a las sedes populares, todo vale para desalojar del poder a la derecha. Hace ya muchos años, cuando el «caso Juan Guerra» estaba en su apogeo, un taxista en Sevilla me dijo textualmente: «Ya es hora de que sean los nuestros los que se lo lleven calentito».