Miguel Ors

El Red Bull de la Liga

M24Matrimonio

Juan Antonio Orenga es el Del Bosque del presidente de la Federación Española de Baloncesto, señor Sáez. El señor Sáez es un sabio histórico del baloncesto. ¿Hay acaso en el baloncesto algo que ignore él? Orenga, en el Campeonato de Europa, perdió con los «grandes» y abrumó a los «pequeños». Abusón Orenga. A pesar de ello, Orenga va a seguir siendo el Del Bosque del baloncesto, si bien cualquier semejanza entre ellos es pura coincidencia, suponiendo que entre ellos haya alguna pura coincidencia: «El matrimonio de toda la vida (iglesia y ella de blanco) es física (o sea, sexo) y química (o sea, cariño, amistad)». En el deporte, matrimonio es, naturalmente, sólo química. Si no hay química entre el entrenador y los jugadores, malo. Si el entrenador, en los momentos de «pájara», cerrazón o colapso mental de los jugadores, no aporta la desatascadora luz de la clarividencia de ver y corregir lo que los jugadores no corrigen porque no ven, malo, muy malo. ¿Hay química entre el señor Orenga y los jugadores? ¿Tienen fe los jugadores en las aptitudes desatascadoras (chispazo, genialidad, fulgor instintivo) del señor Orenga? Mente vigorosa, psicología, empatía: éstos, entre otros, son los ingredientes esenciales del matrimonio entre jugadores y entrenador.

V27 Objetividad

El fútbol es los goles que fallan a veces los jugadores con los pies o la cabeza (¿qué le pasa últimamente a Benzema con la cabeza?) y los errores, a veces, de los árbitros con el pito. Pan y circo, balón y pito. Al árbitro César Muñiz Fernández le falló la objetividad del pito en Elche a favor del Real Madrid. Objetivamente, se equivocó contra sí mismo. Don Santiago Bernabéu sostenía que arbitrar bien es tan difícil como hacer gol, «y ya que eso sucede –matizaba– con inevitable frecuencia, yo lo único que quiero es que los árbitros, en la duda, se equivoquen objetivamente a favor del Real Madrid, de la misma manera que quiero subjetivamente que los jugadores "del otro equipo"acierten las menos veces posibles con la portería del Real Madrid». Balón, pito y forofismo, luego fútbol. Lo que ocurre es que el «fallo objetivo» del señor Muñiz Fernán-dez fue «ostentóreamente» garrafal, que diría el finado don Jesús Gil y Gil. De ahí que sus «jefes» (qué gordo está usted, señor Sánchez Arminio; me ha costado reconocerle en las fotografías; se nota que el sempiterno cargo que ostenta usted desde el diluvio universal le sienta bien: que dure la dicha), de ahí que sus jefes, digo, para que no les sacudan a ellos, han metido al señor Muñiz Fernández, muy «política y objetivamente», en la «nevera», donde, naturalmente, ni se pita ni se cobra. «Es sólo un "leve"escarmiento para que no vuelva a perjudicar a los débiles».

S28 Red Bull

Por culpa del Atlético de Madrid, el Real Madrid ha pasado del estado de bienestar al estado de incertidumbre. El selecto y carísimo popurrí multirracial de jugadores no le funciona a Ancelotti. Todavía. El «nublado» lo tiene en el centro del campo.

–El Atlético, en cambio, es el Red Bull de la Liga.

Y Simeone, su Ve-ttel. Qué bien conduce su Red Bull. ¿Por qué? Veamos cómo piensa Simeone: «En el Atlético, lo importante es que todos son importantes. Pensamos a corto plazo: partido a partido. Somos un equipo sólidamente incómodo. Nos creemos lo que somos, no lo que no somos. La entrega y el esfuerzo son innegociables. El título de Liga, de momento, es una quimera. Trabajamos con celo la ejecución de faltas y saques de esquina. El fútbol es también una vocación lírica».