Iñaki Zaragüeta
El reto moral del PSOE
La ética vuelve a rondar por las conciencias de algunos políticos españoles. Esa cualidad, tan violada por demasiados personajes dedicados a la Cosa pública, afecta ahora de lleno a un puñado de componentes del grupo socialista que tienen intención hoy de votar «no» a la investidura de Mariano Rajoy, a pesar de la decisión del Comité Federal de abstenerse. Ésos que no piensan dimitir de su escaño, que jamás hubieran obtenido fuera del manto de las siglas del PSOE. Mientras las candidaturas sean cerradas, debería pertenecer al partido, al menos moralmente, ya que el Tribunal Constitucional sentenció que es propiedad del diputado o concejal.
Quienes hemos vivido el deterioro de la política y de sus protagonistas, añoramos tiempos al recordar cómo dejaron sus escaños Pedro Pegenaute (UCD) en 1979, Nicolás Redondo y Antón Saracibar (PSOE) en 1987. El primero por discrepar de la Dirección de su formación en el asunto del referéndum sobre Navarra y Euskadi. Los otros dos por su oposición a la Ley de Presupuestos en desacuerdo con los salarios de funcionarios, las pensiones y la reforma fiscal.
En definitiva, las listas cerradas, incluso la condición de afiliado, deberían obligar a la subordinación en la actividad institucional. Para dar opinión, contradecir y proponer están los órganos internos. Ahí el intercambio de opiniones enriquece. Tras la votación, se requiere la imagen de unidad. Entonces, la ética obliga a acatar la disciplina o dimitir.
Dicho esto, me temo que comprobaremos hoy mismo cómo algunos se ciscan en la ética y deciden lo que quieran. Eso sí, sin renunciar al escaño y mucho menos al sueldo. Pero no se libran de quedar marcados. Así es la vida.
✕
Accede a tu cuenta para comentar