Pactos

El «revival»

La Razón
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El tiempo va demostrando que todo lo que ha ocurrido en los últimos meses en la política nacional española tenía como único objetivo obtener una buena posición electoral de cara a la repetición de los comicios. Ninguno de los cuatro partidos principales quería aparecer como responsable de las nuevas elecciones por temor a una penalización de los electores, cansados ya del culebrón para la formación de gobierno, y el objetivo ha consistido en intentar arrojar la responsabilidad sobre otro. El último movimiento de cara a junio lo han dado el Sr. Pablo Iglesias y el Sr. Alberto Garzón con el anuncio de una coalición entre las dos fuerzas políticas.

En menos de 24 horas han aparecido encuestas que le otorgan a esa coalición la segunda plaza en el podio electoral y muchos analistas han defendido en los últimos dos días que eso puede significar el hundimiento del PSOE en la irrelevancia política al ser desplazado como primer partido de la oposición.

Siempre he desconfiado de las encuestas, que suelen dar buenos resultados a quien las encarga y las paga, como decía un histórico socialista andaluz, además, los trabajos demoscópicos de Metroscopia, no se caracterizan últimamente por ser precisos en sus predicciones. Por tanto, no doy crédito a los sondeos que se han apresurado a dar la victoria del nuevo Podemos-IU sobre el PSOE.

Muy al contrario, la nueva coalición podría ser un error para ambos partidos. El PCE tuvo limitado su techo electoral desde 1977 porque los españoles decidieron que preferían parecerse a Alemania que a la URSS, y asociaban al Partido Socialista con la moderna Alemania y al PCE con la dureza soviética.

Efectivamente, IU fue un diseño del Sr. Nicolás Sartorius, que fracasó como opción política porque todo el mundo interpretó que era una nueva carátula que escondía al PCE, cosa que efectivamente era, y la resultante fue una IU residual de la izquierda marcada por el lastre electoral que suponía el partido comunista.

Uno de los éxitos de Podemos ha sido aparecer ante la opinión pública como algo nuevo, diferente y sin anclajes en nada de lo establecido. Muchos nos hemos empeñado en destapar el velo que cubre la realidad podemita y mostrar que es un partido con estructuras clásicas, con militancia proveniente de la izquierda anticapitalista, organización ciertamente radical, trotskistas, que hemos descubierto que seguía habiendo y una amalgama de movimientos ácratas.

El pacto con Izquierda Unida les sitúa públicamente en el lugar político que les corresponde, el PCE lastró electoralmente a IU y ésta determinará la posición electoral de la nueva coalición. El símbolo del nuevo acuerdo es el retorno del Sr. Julio Anguita, quién jamás ha tenido una sola idea política ni, por supuesto, de país. Todo su esfuerzo lo dirigió a destruir al Partido Socialista, a dividir a la izquierda y a colaborar con el PP para echar al presidente Felipe González.

En las últimas semanas da la impresión de que estamos asistiendo a un «revival», ha saltado a la actualidad informativa Mario Conde, los Albertos, De la Rosa, hasta «el Dioni» protagoniza un reality show y ahora, reaparece el Sr. Anguita.