Rosetta Forner
El secreto está en el genio
Cuando era estudiante, y becada, las becas se concedían al que hincaba los codos y hacía algo de provecho con el contenido de sus meninges. No eran una mera ayuda, sino una «apuesta» por aquellos que se esforzaban. Apoyar al que hace méritos, poner empeño y determinación en hacer algo de provecho con su inteligencia, tiempo y vida es propio de sociedades inteligentes y con visión de futuro. En cambio, dar becas indiscriminadamente es pretender guardar agua en recipientes de arena. No hay que dar «limosna» ni «igualar hacia abajo», sino darle una oportunidad a aquel que se la da a sí mismo. La cultura del esfuerzo debería arraigar en nuestro país si de verdad queremos blindarnos contra las diversas crisis y dotarnos de un modelo de éxito a prueba de mediocridades. Si las becas se concedieran a cualquiera, usando la igualdad como «excusa», esto es, por el mero hecho de tener pocos recursos económicos, la sociedad se igualaría no hacia arriba en brillantez, sino hacia abajo en mediocridad. La actual feudalización de la sociedad española les conviene a esos que desean súbditos estupidizados como resultado del no-esfuerzo y del acostumbrarse a no pensar ni a razonar, ya que es sumamente fácil colarles cualquier «idea» que venga un poco argumentada o «vestida» de igualdad o bienestar social. El dinero para las becas sale de los impuestos de todos. Por lo que no son gratis –tampoco lo es la SS, aunque el PSOE le hiciese creer a muchos que «el dinero público no es de nadie»–. A todos esos políticos que quieren la igualdad a costa de la genialidad basada en el esfuerzo, el trabajo y la constancia, les pediría coherencia, esto es, cuando sus hijos estudien en la escuela pública en lugar de privadas (elitistas y caras), les creeremos cuando nos hablen de igualdad. Apostar por la meritocracia es hacerlo por la verdadera igualdad de oportunidades. Debemos invertir en una buena educación accesible a todo el que quiera estudiar. A la gente no hay que decirle lo que tiene que hacer, sino facilitarle llegar y ser lo que quiera alcanzar a ser en su vida. Becas, sí. Limosnas, no.
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